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Llegan días de fiestas y también días en que se hace necesario un alto en el camino para disfrutar del merecido descanso.
Estaré lejos de mi ciudad por varios días, conoceré nuevos lugares y seguramente gentes muy especiales o sucesos marcados en nuestra historia. Cargaré las pilas para regresar con algo nuevo que contar sobre las bellezas, la cultura y las gentes de mi linda Isla.
Espero que en enero nos volvamos a encontrar aquí en esta pantallita que nos acerca y nos hace conocernos un poco mejor.
No faltarán las pinceladas sobre la cotidianidad de Cuba, esta pequeña isla llena de alegría y muchas ganas de vivir.
Entonces nos vemos en tres semanas.
Jesús
En el mes de diciembre, hace 25 años murió uno de los mitos más grandes del rock, a la puerta de su casa en los apartamentos Dakota y a manos de un descerebrado el insustituible Beatle John Lennon.
¿Dónde habita hoy el espíritu de John Lennon? ¿En el mesianismo del controvertido grupo de rock U2? ¿En la hucha de la japonesa Yoko Ono? ¿En las gafillas del sublime mago Harry Potter? ¿En la crudeza del rap que inunda las calles del Norte? ¿En el Imagine orquestal de la consulta del dentista? ¿En la chulería etílica de Oasis? ¿En los anuncios de Nike? ¿En el No a la guerra? ¿En el resquemor de Paul McCartney? ¿En la alianza de las civilizaciones? ¿En la estatua que desde un parque descansa en La Habana? ¿En el homenaje que acaban de hacerle artistas chinos y cubanos?
Tantas y tan dispares preguntas sugieren que, 25 años después de su muerte, Lennon habita en todas partes, en el consciente y subconsciente colectivo, identificado y aceptado de igual modo en las cloacas del barrio que en los despachos con secretaria. Los viejos fans, sin embargo, tenemos la sensación de que el Lennon que hoy se vende poco tiene que ver con el que amamos. En muchos casos está más cerca del Lennon que posaba desnudo, exponía litografías eróticas y apoyaba a los editores de la revista underground Oz.
Pero los tiempos y la manera e ver las cosas también sufren su metamorfosis.
No hay manifestación pacifista en el mundo que no tenga a Lennon como banda sonora. A la pregunta ¿protestaría hoy Lennon contra la invasión de Iraq?, Yoko no duda ni un instante: "Naturalmente que lo haría". Peter Grace, organizador del último homenaje por el nacimiento de Lennon, opina lo mismo: "En estos tiempos de guerra y terror, hay que amplificar el mensaje de John. Si estuviera vivo, lucharía contra Bush".Tampoco hay catástrofe natural que no se apacigüe con la música de Lennon. Una nueva versión de Across the universe, con las voces de Bono, Stevie Wonder y Brian Wilson, se grabó para recaudar fondos para los damnificados del tsunami. Versiones de Imagine existen en todos los idiomas, desde el árabe al zulú, y ya no cabe pensar, como antes, que en China sea más conocido el campeón de ping-pong que el autor de Come together.Sin embargo hay una contradicción, como dijera un periodista español recientemente, contradicción en la que incurre "toda esa masa que rememora Imagine como argumento para exigir que Chapman, el asesino de John Lennon, se pudra en la cárcel".
Mark David Chapman, el asesino, que ha provocado la ira de los beatlemanos, de ahí que estos no quieren oír la palabra perdón.
Bajo el slogan "Para bailar en casa del trompo", en saludo al X Aniversario de la compañía Danza del Alma, hasta el 23 de diciembre celebrarán en Villa Clara la primera Temporada de la Danza.
La jornada tiene un carácter popular no competitivo con la actuación de las agrupaciones participantes, cada jueves a partir de las nueve de la noche, en áreas libres del parque Leoncio Vidal de la urbe villaclareña. Los viernes, sábados y domingos los grupos danzarios se presentan en el escenario del teatro La Caridad con espectáculos únicos y e el parque Vidal.
Las agrupaciones asistentes se caracterizan por cultivar la danza contemporánea, y con carácter de invitado el grupo folklórico no profesional Maraguán, de Camaguey, ganador de múltiples premios en festivales de Cuba y con exitosas giras internacionales.
Bailará la compañía Codanza de Holguín, lo hará también Danza Libre de Guantánamo, que dedicará un día a la línea folclórica y Danza Espiral de Matanzas.
También se podrá disfrutar de la actuación del ballet de cámara Endedance, de Camagüey, Danza Abierta de Ciudad de la Habana y la compañía Danza del Alma, bajo la dirección general de Ernesto Alejo.
Con motivo del X Aniversario de la agrupación anfitriona, en este mes de diciembre tiene lugar un concierto del coro de cámara de Villa Clara en la Sala Caturla, una exposición fotográfica retrospectiva de Danza del Alma en el museo de Artes Decorativas, conferencias sobre el desarrollo de la danza en las provincias y una gala artística.
Danza del Alma siempre nos ha dejado un dulce sabor a buen hacer en cada una de sus presentaciones y no tememos equivocarnos al decir que es una de las mejores compañías del país.
La Reina era una reina. Más que lanzarse, se deslizaba hacia el escenario, llevando en sus huesos, transmitiendo, desplazando en derredor, la honda agonía de la rumba. Se le iluminaba el rostro, como si algo divino la tocara y todo se transformaba en su casi detenido, espeso andar. Salía entonces, como la lava de la montaña, el canto bronco donde se iba a recostar al requinto. Pa quiti pá, paqui ti pá. Y el aire se oscurecía de pena acompasada cuando ponía los ojos en blanco y cantaba: Estásss acabando/ con mis sentimientosss, alargando las eses como para señalar un poco más su dolor, con ironía, con furia, dueña absoluta de todo, Celeste Mendoza.
En las pupilas la última imagen suya, en el barrio chino de La Habana, lleno de negros y mulatos que se asomaban a las ventanas y a las puertas, cuando desde el restaurante asiático salía el viento aguardentoso de un cálido guaguancó inexplicable.
Celeste desplegaba a Celeste en el celeste imperio, emperatriz ella de todo, bailando y haciendo bailar; gozando y haciendo gozar, como una despedida. Porque fue toda una despedida. Su despedida del escenario ancho que dominó con sus dolores.
Celeste Mendoza enseñándonos, mulata achinada ella misma, nacida en Santiago de Cuba en 1930, que en Cuba están íntimamente mezcladas todas las cosas desde el origen de los tiempos.
Por eso el arroz frito y el shop suey bailaban en la vajilla, repiqueteando, el guaguancó último antes del mutis por el foro.
En el final de una estrella, sale la rumba urbana, la sombra envolvente del solar de la marginación, el inalcanzable corazón de Celeste Mendoza, a quien Yemayá le dio permiso aquí en la tierra, porque su sangre, su alto moño de rumbera suelta, sus historias íntimas prohibidas, obedecían sólo a un “Poder mayor”, y a ese poder consagró hasta el aire que respiraba y estremecía.
Quien escuche su voz –sus voces diversas y dolidas- en el futuro, y no tenga su cuerpo estremecido a mano, ni su sombra iluminada en la profundidad de sus pupilas, sepa que esta mujer nació para estremecer la música de un pueblo, el llamado aparentemente domesticado de los puertos y los solares, y fue su guía y su emblema. Que la imagine libre como un fuego que avanza chisporroteando, suelta como un animal herido, hecha una tromba que va directa al alma, con los sonidos broncos del cuero, que ella hace humanos con su temblor. Celeste Mendoza es un aullido.
Más allá de la aparente sonrisa, del rictus que dibuja para que le abramos las puertas, hay el reclamo grave de su entrega a ese Poder mayor del que ha sido y es sacerdotisa. Alegría y pesadumbre de su raza, entreverada en la raza más ancha de la cubanía, esa que salta del júbilo a la pena, y nunca se sabe a ciencia cierta en qué punto nos estamos moviendo. Eso que dibujó en el aire de su última noche, en el ardor de las claves y la queja húmeda de los cueros: ¿Qué es lo que no nace de la tierra, para qué tanto orgullo vano, si a la tierra bajará? Lo más importante de la vida es el tiempo. Y a su tiempo la muerte te quita el poder.
Celeste Mendoza pasó sin temer al olvido. Es la suerte de los naturales, de los grandes, de los que entregan ese diamante encendido que pulen con su transcurrir. Ella no sucedió, sigue pasando. Y el aire de La Habana, un poco huérfano, barre las hojas caídas del cielo, cierra ventanas azules, lleva y trae un canto que la vivifica y nos tiende emboscadas.
Sigue diciendo para siempre: El Poder mayor reclama su deuda. Pero paga tu deuda, aquí en la tierra. Es cierto: Yemayá le dio permiso. Es la ley: que todo lo que nace, se tiene que morir. A veces no. Esta vez no.
Dicen que era una mujer de “rompe y raja”. Jacarandosa y chispeante. Excesiva.
A su paso se tejían todos los comentarios posibles. Unos para bien; otros, no tanto.
Libre de pensar y hacer, no hablaba sin traer a colación dicharachos y frases en jergas populares, pero todos la llamaban la Reina del Guaguancó.
La música fue la gran pasión de esta mulata que reía como gente feliz, que guardaba en su corazón infinidad de historias, olvidos y muchas alegrías.
A la capital cubana llegó siendo apenas una adolescente. Ganó un premio en un programa de aficionados y ahí, como ella misma dijera, empezó su despegue.
Integró el cuerpo de baile del famoso cabaret Tropicana. En los años 50 debutó en la recién llegada televisión, donde entonó por primera vez la ranchera mexicana –en tiempo de Guaguancó, claro- Que me castigue Dios, de José Alfredo Jiménez.
Aún se recuerda su primera aparición en la pequeña pantalla. El director le había pedido las partituras para el acompañamiento musical, a lo cual dicen que Celeste respondió con sabor especial: “Con una tumbadora, el bongó y el bajo es suficiente. El resto lo pongo yo”.
Después, su presencia en los programas televisivos se convertiría en algo frecuente y muy bien recibido por su público, que la empezaba a reconocer como una de las grandes del cancionero popular cubano.
Ya a las puertas del siglo XXI, la periodista Sahily Tabares, desde la revista cubana Bohemia, le preguntaba sobre cómo había sido lo del sobrenombre de “Reina del Guaguancó”.
“Rita Montaner me vio actuar y dijo ¡al fin veo una estrella verdadera, es la Reina del Guaguancó! Rita era muy exigente, no acostumbraba a regalar halagos. Quizá le llamó la atención mi amor a esa música, y a la forma de expresarla. Eso que no te quepa dudas, es como una fuerza superior”, y agregaba, como para que no hubiera dudas al respecto: “El Guaguancó es sangre caliente, movimiento, bomba (corazón). Aunque yo canto de todo, nunca me aparto del estilo del guaguancó".
Cuando se le preguntó por sus virtudes, no se hizo de rogar: “Pregunta por ahí, quién es más disciplinada que yo. Tengo grabaciones con Los Papines, esos muchachos maravillosos, y con el conjunto Sierra Maestra, ellos pueden hablarte de mi puntualidad, de mi seriedad. Creo que soy amistosa. El que viene a mi casa tiene que comer y tiene que beber".
La característica más sobresaliente de la reina del Guaguancó, como dijera la prestigiosa musicóloga María Teresa Linares, era su voz: grave, potente, cálida, de timbre ríspido; su domino del ritmo, sus rejuegos con el rubato, su rumbosa y galana expresión que domina el ambiente sonoro que produce.
Así la aplaudieron en Japón, Venezuela, España, Francia, Estados Unidos, México y otros países: “Conocer es bueno, viajar es bueno. Pero nunca me deslumbro –confesó Celeste- Cuba es lo mío. No podría echar raíces en otro lugar”.
Es cierto que tuvo algunas complicaciones en su vida. Es cierto que hay caminos que se enredan en las esquinas menos pensadas del alma, pero los que puedan tirar la piedra hagan espacio para la indulgencia.
En el centro de todo está Celeste. Desgrana la suave ferocidad de los prohibido, la angustiosa inseguridad de lo cierto. Papá Oggún, ¿qué es esto, Papá Oggún? . Repican los cueros. Un coro de lamentos que pretende ser alegre en la humedad del cajón, el brillo de la cuchara, desde el profundo solar donde brota la rumba. El clamor de Celeste como esencia de una tristeza que parece alegre. Una alegría tristísima. Una angustia desafiante, llena de vida y de azoramientos. Papá Oggún, ¿qué es esto? Incertidumbre de una raza que no sabe aún por qué está en otra tierra. Arrebatados de la propia que tampoco existe. La angustia suave y feroz de Celeste Mendoza.
La “Reina del Guaguancó murió en noviembre de 1998; sin embargo, todavía hay quienes la vemos, jacarandosa, chispeante, excesiva, por la calles de la barriada capitalina del Vedado donde vivía, regalando sus dicharachos y gestualidades, con toda su cubanía.
La ciudad de La Habana vio en el año 1963 el nacimiento de un fenómeno cultural sin precedentes: Los Papines, un excepcional grupo de voces y percusión formado por los hermanos Luis, Alfredo, Jesús, y Ricardo Abreu; a este último lo llamaban cariñosamente sus familiares y amigos Papín. Es él precisamente quien dirige al grupo y de ahí su nombre de Los Papines.
Oriundos de Marianao, la reconocida barriada oeste-habanera que vio nacer al gran Chano Pozo, los hermanos Abreu proceden de una humilde familia de once músicos consagrados todos a la “Madre Rumba”.
Los Papines desde su creación son una de las agrupaciones rumberas más conocidas en Cuba y en el exterior por la calidad y la originalidad de sus interpretaciones musicales, en las que demuestran ser unos verdaderos maestros de la percusión cubana.
Estos músicos, considerados como exóticos en algunas regiones del planeta donde la rumba no es de consumo frecuente, cultivan un amplio repertorio siempre dentro de la línea afrocubana, enfatizando en la rumba, trabajada de manera original y con elementos novedosos. Comenzaron tocando guaguancó, columbia, yambú, jiribillas, todas ellas manifestaciones muy especiales de la rumba cubana. Posteriormente otros ritmos, tales como boleros y sones, comenzaron a ser interpretados también en su estilo tan peculiar para hacer las delicias de sus seguidores.
Los Papines se iniciaron como músicos profesionales en centros nocturnos de la ciudad, entre ellos el legendario cabaret Tropicana hasta llegar a los más exigentes escenarios de Cuba y del mundo.
Ellos han compartido la escena con músicos de renombre y fama como por ejemplo: Panchito Bejerano, Manteca, Daria Nasaco, Chicho de Benni y su orquesta, Ray Barreto, Mongo Santamaría. Roberto Roena, Tito Puente, Oreste Vilató y muchos otros.
Estos embajadores de la música cubana han puesto a bailar con la percusión cubana a muchos en diversos países, entre ellos Francia, Japón, Rusia, Canadá, Alemania, México, Estados Unidos... Y han grabado numerosos discos, además de sus innumerables actuaciones en Radio y TV.
Los Papines continúan siendo, después de más de 40 años de carrera artística, una referencia en el ámbito de la percusión afrocubana y afro caribeña. Con únicamente cinco músicos se apoderan de la escena y crean un espectáculo irrepetible haciendo las delicias del público, combinando las más genuinas manifestaciones de la rumba, ya sea en teatro o cabaret. Los Papines despliegan la energía de una banda gigante, atributo que constituye una marca única de sus actuaciones.
En la actualidad, tras el fallecimiento de uno de sus fundadores, la agrupación ha sido renovada con la incorporación de dos novísimas figuras, pertenecientes a la más joven generación de músicos familiares. Ello ha dado un giro más moderno a sus actuaciones llegando a realizar magistrales interpretaciones de corte jazzístico.
La música es, sin duda alguna, la que más ha influido en la personalidad del cubano. Se dice que en la isla hablamos cantando, bailamos al caminar y nos enamoramos con la letra de una canción. Es la música la que ha desarrollado el proceso evolutivo con más rapidez y fortaleza.
La Habanera, género musical nacido de la danza criolla y la contradanza, influyó en el surgimiento del tango argentino y otros aires sudamericanos. Investigaciones recientes afirman que en las contradanzas de Manuel Saumell (llamado El nacionalista) se encontraba ya el tiempo de habaneras; en La Tedesco, por ejemplo, la primera parte es prácticamente la forma que tendría después el danzón; incluso la canción y la guajira quedaron esbozadas en muchas de sus composiciones.
El Son y el Bolero llegaron a La Habana desde las provincias orientales, específicamente de Santiago de Cuba. El bolero apareció a principios de este siglo con los grandes compositores Alberto Villalón y Sindo Garay, con gran influencia de Pepe Sánchez (que escribió el primero Tristezas en 1883).
Aunque las principales canciones de la vieja trova eran boleros, se destacaron como compositores Orlando de la Rosa e Isolina Carrillo, quien dejara uno de los legados más sublimes de todos los tiempos con el bolero Dos gardenias. Desde la segunda mitad del siglo XIX se tienen noticias de la existencia del son montuno.
En 1920 el Sexteto Habanero hace su aparición en los salones de baile de alta sociedad en la capital. El trío Matamoros, comienza su larga e importante carrera en el año 1925 en Santiago de Cuba. El trío deja varias de las canciones clásicas cubanas como: Son de la loma, Mariposita de primavera y Lágrimas negras.
Poco después llega la primera época de oro del son, y surgen decenas de sextetos y septetos, algunos de los cuales empiezan a grabar para grandes disqueras norteamericanas. A los primeros exponentes del son le sucedieron Arsenio Rodríguez, Miguelito Cuní, Félix Chapotín y Roberto Faz, mientras Arcaño y sus Maravillas, La Sensación, y otras orquestas danzoneras y charangueras amenizaban los principales bailables capitalinos de esta primera época que abarca los años 40 y 50.
En 1950 Enrique Jorrín da a conocer La engañadora, primer Cha cha cha. Pérez Prado realiza en 1952 su primer mambo. El segundo esplendor del son ocurre en la década del 50 con la aparición de un hombre autodidacta procedente de Cienfuegos, Benny Moré, quien años más tarde se ganaría el título de El bárbaro del ritmo. El compositor y cantante revitaliza la forma tradicional al llevar el son montuno a un concepto de jazz band. Benny Moré es el músico cubano que más ha influido en el proceso evolutivo de la música cubana y caribeña.
En 1970 surge la orquesta de música popular bailable Van Van, con una sonoridad muy típica y moderna. Más tarde, el son le brinda su estructura a la salsa, que incorpora además ritmos caribeños y sonoridades de la música proveniente de las comunidades cubanas, dominicanas y puertorriqueñas en New York.
La salsa y la timba cubanas, muy conocidas hoy en día en casi todos los países del mundo, tienen su crecimiento y esplendor a finales de los 80 y principios de los 90 con la madurez de orquestas como Van Van, NG La Banda, y el surgimiento de orquestas jóvenes como Paulo FG y su Elite, Bamboleo e Isaac Delgado, entre otros, que se mantienen con pleno éxito musical hasta nuestros días.
Nuestra amiga Emma nos sugirió hace unas noches que nos fuéramos a celebrar la llegada de otro amigo a quien mucho queremos, David, en el restaurante habanero Los Nardos.
Aceptamos su propuesta y hacia allí nos dirigimos en una fresca noche novembrina.
Muchas personas encontramos esperando para subir al sitio. El atribulado portero, las caras ansiosas y el estoicismo con que esperaban su momento nos llamó la atención. No sería en vano la espera. Vale la pena, como dice el psicólogo de la TV.
Los Nardos evocan el suculento ambiente de las bodegas asturianas y la cocina siempre a base de ingredientes naturales.
Se podría decir que es un trozo de Asturias en el corazón de La Habana porque en esta acogedora casa la cocina se eleva a la categoría de sublime con mariscos de calidad, carnes melosas, caldos solventes y verduras al punto.
El trato agradable y su calidad, han hecho que en la actualidad cuente con un público fiel capaz de esperar hasta más de una hora por que se vacíe una mesa y poder entrar a degustar de las maravillas culinarias que allí se ofertan. La posibilidad de escuchar piezas interpretadas al piano y el violín en directo es otro de los muchos atractivos para su fiel clientela.
En un excelentemente ambientado primer piso, frente al Capitolio habanero propiedad de una añeja sociedad española, la Sociedad Juventud Asturiana, donde, hasta fines de 2002, mal funcionaban un minibar y unos billares; un genial golpe de timón lo transformó en el buen restaurante que es hoy. ¡Y el éxito fue extraordinario!
Reitero que normalmente hay que esperar por una mesa, porque la comida, el ambiente, el mobiliario y la decoración diseñados por la artista holguinera Merlis Fernández, y sobre todo los precios, son estupendos y atrayentes. Cuando un restaurante de ese tipo se llena de cubanos no hay duda: se come muy bien, sale barato y las raciones son abundantes. Los Nardos es el ejemplo perfecto.
Los cocineros confeccionaron la sugestiva carta, donde se destacan unos impecables escabeches, su Langosta a la catalana, la Cazuelita del Cantábrico o Los Camarones al ajillo.
Si la cocina es estupenda, lo mismo podemos decir del lugar donde se regodean artísticamente el cedro, la caoba y el cuero a la luz de las románticas velas.
Los Nardos merecen todos los elogios por su estilo y la calidad de su oferta.
Nosotros pasamos una noche ideal y la satisfacción nos duró por mucho tiempo.
Si alguna vez puedes llegar a Los Nardos, ya sabes que será una buena ocasión porque ese restaurante, francamente, está en la cresta de la ola.
Habaneros por nacimiento o adopción, visitantes de toda la Isla y hasta turistas extranjeros atraídos por la fe de los capitalinos en su ciudad esperaron en una larga fila a lo largo de la Avenida del Puerto hasta que les llegara el turno de pedir un deseo al dar tres vueltas a la antiquísima Ceiba, que bajo la sombra de una similar se fundó hace hoy 486 años San Cristóbal de La Habana.
Desde la tarde de ayer y hasta la medianoche, hora que la tradición popular marca como la más auspiciosa para caminar en torno a la Ceiba fundacional, hombres, mujeres y niños se congregaron en las inmediaciones de El Templete, pequeño edificio neoclásico erigido en 1828 en homenaje al establecimiento de la villa, en cuyo perímetro, rodeado por una cerca de hierro, se alza el árbol al que se le atribuyen poderes mágicos.
El rito, cuyo origen se pierde en el tiempo, quedó oficialmente reconocido en 1979 por la Oficina del Historiador. Desde hace algunos años, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, reedita cada noche del 15 de diciembre la ceremonia de fundación de La Habana.
Inicialmente asentada en la costa sur, la séptima villa establecida por los españoles en Cuba está rodeada de más de una versión sobre su nacimiento. La de menos peso sugiere que la fundación se remonta al 25 de julio de 1514 o 1515, día consagrado a San Cristóbal, hombre, quien, según la Biblia, ayudó al niño Jesús a cruzar un río. El 25 de julio, según la citada teoría, fue luego transferido por la Iglesia al 16 de noviembre para que fungiera como día oficial del establecimiento de La Habana. La versión tenida como verdadera y pasada por los filtros de la comprobación histórica fija el surgimiento de La Habana el 16 de noviembre de 1519, fecha que apareció inscrita en una piedra en el mismo sitio donde se construía El Templete en homenaje a la fundación de la urbe.
Conocida como Columna Cagigal, en honor a quien ordenó su construcción, la piedra está conservada en el Museo de la Ciudad. También se demostró que la Ceiba ya estaba en el lugar cuando se ofició la misa que dejaba establecida la villa.
No existen evidencias documentales sobre el inicio exacto del ritual de la Ceiba, aunque podría remontarse al siglo XVII.
Con una extensión territorial de 727,4 kilómetros cuadrados y una población de dos millones y medio de habitantes, La Habana viene celebrando su cumpleaños desde inicios de este mes y la apertura de la temporada de festejos estuvo a cargo del Festival de Habaneras y el Concierto con las Orquestas sinfónicas de la Isla en la Plaza Vieja, rodeada por construcciones coloniales.
Una serie de exposiciones pictóricas, numismáticas y fotográficas, así como conciertos, espectáculos, conferencias y proyección de películas han animado el entorno de La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y actualmente sometida a un proceso de reconstrucción y conservación que día a día le devuelve el esplendor de antaño.
Mi preferida entre todas las compañías danzarias del país es Danza Contemporánea de Cuba, que fue fundada en 1959.
Esta compañía que el pasado 25 de septiembre cumplió cuarenta y seis años de labor sobre las tablas ha realizado 264 estrenos, manteniendo en su repertorio activo más de 60 obras, resultado de un arduo trabajo a partir de la continua búsqueda de un lenguaje universal, revelando siempre un estilo peculiar, de amplias posibilidades expresivas, armoniosa integración del teatro moderno y el lenguaje danzario contemporáneo con nuestros ancestros culturales afro hispánicos, fusionando estilos y formas de hacer.
Durante el año la compañía realiza varias temporadas en las que nunca faltan estrenos nacionales y mundiales. El teatro mella es casi su sede permanente, aunque también se presenta con asiduidad en el Gran teatro de La Habana, amén de los teatros de provincias durante sus sistemáticas giras por todo el país.
Con más de sesenta integrantes en activo, la mayoría fruto de la Escuela Nacional de Arte, donde adquieren una sólida formación académica; la compañía se diferencia de otras agrupaciones en tanto, formato, manera y resultado estético centrando su atención en el trabajo colectivo.
En su repertorio figuran obras como: El riesgo del placer del coreógrafo Joaquín Sabaté, en la que los bailarines mediante un juego de encuentros en el espacio, expresan sus cualidades físicas y teatrales, dominados por los entrecortados fragmentos musicales y limitados por una estructura rítmica y fugaz; El rapto de las mulatas, donde el coreógrafo, Isidro Rolando, rinde un bello homenaje a través de la pintura de Carlos Enríquez, a los pintores cubanos de todos los tiempos y en especial a los integrantes de la vanguardia, que supieron abrir sus puertas al mundo para mostrar lo cubano; y Quiero ser tu perro , una de las obras más recientes cuya sinopsis plantea que en medio del caos de un mundo globalizado, donde se impone la guerra, la manipulación por parte de los medios de información, del poder, lo abusos y asesinatos cada hora, el cine y las nueva nuevas tecnologías, son las inquietudes de esta un nueva generación, nuestros contemporáneos, que nos imponen felizmente sus creaciones artísticas. El coreógrafo, Julio César Iglesias, esta vez se apropia de su contexto universal, de un mundo postmoderno global, al cual no le es ajeno la estética visual del actor, director y guionista de cine estadounidense Quentin Tarantino y de los directores de arte y ensayo europeos, como François Truffaut y Jean-Luc Godard.
A través de modos de expresión, como el movimiento, el cual ha experimentado y enriquecido a partir de su conocimiento de la Técnica de la Danza Contemporánea Cubana, en contraposición e interrelación, al acercamiento propiciado a otras experiencias de contactos y reacción asimiladas de las escuelas europeas, y su inquietud visual para lo cual pone en función el cortometraje en conjugación con la Danza, donde a la vez es parte y todo a la vez.
Danza Contemporánea de Cuba ha recibido el aplauso del público y el reconocimiento de la crítica especializada en sus muchísimas presentaciones en países de América, Europa, Asia y África, así como en los más importantes festivales y eventos de danza en el ámbito internacional.
La Institución Cultural "Julio A. Mella" es uno de los más importantes teatros de nuestra capital. Está situado en uno de los circuitos culturales mas relevantes de la ciudad en la Calle Línea, en la populosa barriada del Vedado, en el municipio Plaza de la Revolución.
Cuando el público entra en la instalación tiene la posibilidad de apreciar la majestuosidad de su vestíbulo que le conduce, entre las plantas ornamentales y expresiones plásticas, hacia su lujosa Sala de Conciertos de mil 475 localidades, distribuidas en: platea en la primera planta y balcones y lunetas en el segundo nivel, a los que se accede a través de una original escalera de terrazo negro de doble vía, situada en el lobby.
La magia de la sala, conjuntamente con su enorme proscenio provoca al espectador el encanto de sentirse dentro de la propia escena. Es a mi entender uno de los teatros citadinos con mejor visibilidad desde todos los ángulos.
Este bello coliseo es hoy parte del Patrimonio escénico cubano, por su perfeccionamiento técnico en cuanto a la acústica, la visibilidad como señalaba anteriormente, su magnífica iluminación, la seguridad, el estilo constructivo moderno y muy especialmente por la diversidad y excelencia del elenco artístico nacional y de las más diversas latitudes que han abrillantado su escenario y contribuido al desarrollo artístico y cultural de Cuba.
El Teatro Mella acoge el Festival Internacional de Ballet ofreciendo funciones de concierto.
Ell Conjunto Folklórico Nacional de Cuba lo considera su propia casa y allí realiza sus temporadas anualmente. Lo mismo sucede con varias de nuestras más prestigiosas compañías de danza moderna, lideradas por Danza Contemporánea.
Programas humorísticos, festivales estudiantiles de danza, música, representaciones teatrales y espectáculos infantiles en las mañanas dominicales, hacen que este teatro permanezca en la preferencia de los ciudadanos amantes de las artes escénicas.
El Cabaret Tropicana, construido en 1939 en los antiguos terrenos de Villa Mina, en el barrio habanero de Marianao, pero no es hasta 1940 que adoptó dicho nombre a instancias de su director artístico. Hoy es el cabaret insignia de las noches habaneras.
Un complejo de fantasía nos envuelve a los visitantes nocturnos que así lo aceptamos, al penetrar en el Salón bajo las Estrellas, en complicidad con un escenario pleno de voces y bailarines que han sido clamados por las multitudes pero si ello no bastara, la exuberante vegetación y fuente del jardín invitan a descubrir aemás: El Salón Arcos de Cristal, El restaurante los Jardines y el bohemio Café Rodney.
El elenco del Tropicana ha sido desde siempre el de las estrellas que bajan en la noche para regalarnos arte nacido desde dentro, ese que a través del tiempo, deja huellas indelebles en el arte genuino. ¡Maravilloso!
Artistas clamados por los públicos más exigentes de todos los tiempos como Nat King Cole, Josephine Baker, Libertad Lamarque, Cheo Feliciano, Rita Montaner, Elena Burke, y Bola de Nieve, entre otros han formado parte del gran elenco de las noches estrelladas de Tropicana, que no ha dejado por un solo instante de ofrecernos arte nacional y universal.
El legendario cabaret Tropicana de Cuba se luce cada noche con un espectáculo que combina música, bailes, acrobacias, vestuarios multicolores y la interpretación de bellísimos temas del patrimonio cultural cubano.
El elenco de casi 300 artistas, entre músicos, bailarines y acróbatas, hace una presentación de más de dos horas hasta la medianoche.
Tropicana deleita con temas a ritmo de mambo, cha cha chá, son y danzón, entre los que no faltan algunos clásicos del legendario Benny Moré.
La noche en Tropicana es una noche inolvidable para los que amamos la buena música y la belleza de la danza.
Marea del Portillo es el más importante resorte turístico de la provincia de Granma; aquí toda la actividad gira en torno a la famosa playa de igual nombre y que resalta por sus arenas oscuras.
En esta zona se reproducen casi con exactitud las características presentes en el área de buceo de Santiago de Cuba, ya que es una prolongación de aquella. Hay hundido un viejo galeón con 36 cañones y sus características balas redondas, así como otro de los buques de la escuadra de Cervera, el "Cristóbal Colón", y que exhibe aún un alto grado de conservación.
Hacia Cabo Cruz, en el extremo suroeste de la región oriental, se abren fabulosos escenarios alrededor de la barrera coralina que allí se localiza, con corales Cuerno de Alce, gorgonias, abanicos de mar y profusión de peces, todo lo cual puede admirarse, por la existencia en Marea del Portillo de un centro de buceo.
Granma es nombre sugerente de historia pura, fue en esta provincia donde el indio Hatuey, protagonizó el gesto heroico que es antesala de la historia de las luchas cubanas contra la opresión y el dominio colonial español. Hatuey fue apresado y quemado vivo cuando se resistía a la conquista española. En estas tierras también ocurrió la caída en combate del héroe nacional de Cuba, José Martí, en Dos Ríos.
La playa manzanillera Marea del Portillo, con su agua prístina y cálida, es un regalo ideal para quienes buscan paisajes raros. Allí, hoteles de esmerado confort acogen a quienes prefieren el recogimiento y la privacidad de estos parajes remotos.
En la mayor de Las Antillas, más allá de buenas playas, calor de verano y hospitalidad criolla, se disfruta en distintos momentos del año de aquellas costumbres de épocas anteriores que perduran hasta la actualidad, como es el caso de las fiestas del Carnaval de La Habana.
Los tradicionales festejos del carnaval son esperados cada año con impaciencia por miles de personas, deseosas de disfrutar del agradable espectáculo que ofrece el desfile de carrozas alegóricas y comparsas, en una mezcla explosiva de alegría y color para todos los gustos.
La mencionada ceremonia constituye una de más viejas tradiciones del país, que tiene sus raíces en siglos pasados durante las celebraciones del día del Corpus Christi y la Epifanía, cuando los negros esclavos organizaban danzas y marchas colectivas.
Autorizados por sus amos españoles, los esclavos africanos disfrutaban algunos días de asueto una vez al año, además de que cada seis de enero o Día de Reyes se les permitía reproducir los cantos y danzas de sus tierras nativas.
Las fechas han ido variando con el tiempo, hasta llegar en los últimos años a llenar un espacio en el verano cubano, época preferida por la población para sus vacaciones.
El torbellino de música salsa y color es animado por comparsas con tradiciones de años, entre las cuales figuran La Jardinera, la Giraldilla de La Habana, Guaracheros de Regla, Los Marqueses de Atares y El Alacrán.
Muchas de esas agrupaciones, que en ocasiones tienen su origen en barrios de la capital cubana, preparan a su relevo en los más pequeños, para los cuales también hay lugar en los festejos del carnaval.
Precisamente uno de los días de fiestas se dedica por completo a los niños, con payasos, magos, carrozas y golosinas que llenan ese escenario natural para el disfrute que es el Malecón habanero, donde el calor se compensa al anochecer con la agradable imagen que brindan las azules aguas del mar.
Para aquellos que por primera vez se tropiezan con estas fiestas, la unión de elementos como el intenso color, danzas tradicionales y ritmos criollos -en muchos casos acompañados del tambor y el agudo sonido de la corneta china- les crea un sentido de pertenencia que los llama a repetir la experiencia.
Cada año los espectadores se convierten durante el desarrollo de las fiestas en participantes activos, pues a decir de muchos el sonido de la música interpretada por los grupos populares más selectos de la isla y los pegajosos estribillos constituyen un llamado a la danza, no importa la procedencia de las personas, ya sean nacionales o extranjeras.
Los desfiles por el paseo del Malecón tienen asimismo entre los personajes mas demandados a los llamados "Muñecones", enormes figuras que representan a los más diversos personajes, además de los faroleros, artistas que se integran al espectáculo portando aditamentos multicolores que hacen girar de forma continua.
Como complemento, platos de la gastronomía cubana, refrescantes bebidas -en especial la popular cerveza bien fría y el genuino ron de la isla- y el escenario natural que ofrece el Malecón se combinan para integrar una opción esperada por aquellos que prefieren el verano para visitar al país.
Bucear es el acto por medio del cual el hombre penetra en el mar, un lago, río o cualquier lugar con aguas, con el fin de desarrollar una actividad deportiva, comercial o de investigación científica o militar.
Adentrarse en el mundo del buceo significa penetrar en un medio ambiente al que no estamos adaptados. Por lo tanto, siempre se deben respetar las leyes naturales que lo rigen.
Desde el comienzo de su historia, el hombre ha sentido curiosidad por descubrir que es lo que se oculta en los fondos marinos. Han sido muchos y muy variados los inventos y artefactos que se han intentado utilizar a lo largo de los siglos con este motivo, pero es sólo a partir de mediados del siglo XX que se ha masificado la práctica de este deporte.
A través de la historia, el buceo ha contribuido con aportes científicos, geológicos, arqueológicos, históricos y de investigación en general. Además, se convirtió en una actividad de gran atractivo turístico. La exploración, la fotografía y la realización de videos predican la conservación y protección de la flora y fauna marina y todos los aspectos que pueden beneficiarlas.
• El buceo es el deporte más completo ya que es el que más grupos musculares ejercita.
• Favorece la respiración ampliando la capacidad pulmonar, ejercita las habilidades psicomotrices, etc.
• Favorece la relación del individuo con el medio acuático, logrando en éste una mayor relajación y tranquilidad.
Para bucear, hay que tener en cuenta que la fortaleza y el dominio mental sobre el organismo son fundamentales para lograr una adecuada relajación.
También es importante realizar un chequeo médico periódico, especialmente de:
corazón, pulmones, oídos y vías respiratorias en general.
Esta actividad exige una buena condición física, que permita: nadar aceptablemente, ayudar a un compañero en caso de emergencias y desenvolverse hábilmente en situaciones imprevistas.
La más hermosa de las playas cubanas, Varadero (a solo 135 Km. de la Habana), tiene más de 20 Km. de playa de arenas blancas y aguas turquesas. Radican allí varios centros de buceo con todas las condiciones para la práctica de este deporte.
Cavernas inundadas por agua dulce y salada (Cueva Saturno), arrecifes coralinos (Playa Coral) con más de 30 especies de peces así como restos de un barco mercante alemán hundido en 1943. Especies como el pez ángel, langostas y morenas verdes pueden ser vistas en esta agua. Profundidad: de 10 a 25 m.
Durante el primer cuarto del siglo XVI, como parte del proceso de colonización española en la Isla de Cuba, se fundaron las siete primeras villas. Posteriormente, el asentamiento fundado por Vasco Porcayo de Figueroa capitán de conquistadores con el nombre de Santa Cruz de Vasco Porcayo, es trasladado en dos oportunidades con los nombres de Santa Cruz de la Sabana del Cayo y San Juan de los Remedios de la Sabana del Cayo, éste último hacia 1578 ya con la denominación de villa.
Este punto poblado, a pesar de no haber constituido inmediatamente su ayuntamiento por las características misteriosas que le impuso su fundador, constituye una fundación del siglo XVI dentro de la campaña colonizadora española en Cuba.
Hasta la década del 70 del siglo XIX constituyó la región remediana una amplísima jurisdicción cuyos límites se extendían hasta los actuales de las provincias de Matanzas y Ciego de Ávila con el nombre indígena de Sabana o Sabaneque.
La ciudad es el elemento integrador de la voluntad del hombre, desde su fundación y en cada uno de los momentos y etapas de su historia. En la misma están contenidas todas las actividades humanas. La imagen de la Ciudad de San Juan de los Remedios se percibe a través de sus sendas. Cada lugar es un paréntesis explicativo de su historia. Cada barrio es muestra de su evolución y florecimiento o de momentos de depresión económica. La arquitectura colonial, es un hito que marca el tiempo y los diferentes períodos históricos.
Hacia el centro corazón y médula primitiva abundan los amplios portales libres con forma de corredores; grandes ventanales, rejas de hierro forjado, guardapolvos conopiales y grandes aleros apoyados sobre peculiares ménsulas de madera.
Los techos son de armaduras, en ocasiones simples y otras veces altamente decorados. Abundan los patios interiores, inundados de abundante vegetación que filtran el aire y tamizan la luz dejando pasar imperceptibles rayos coloreados por los vidrios dibujados de los vitrales, en algún momento inspiradores de notables artistas plásticos como Amelia Peláez.
La ciudad de Remedios cuyo Centro Histórico Urbano fue declarado Monumento Nacional en 1980, su historia, su gente, son el reflejo de su evolución histórica dentro de la cual se han desarrollado múltiples leyendas y tradiciones llegadas a nuestros días.
La irregularidad de las calles constituye un laberíntico espectáculo preñado de sorpresas, cuya estrechez sombreada invita a caminar debajo de los grandes aleros que protegen bondadosamente de la intensidad solar hasta que por detrás de los recovecos comienza a descubrirse la imagen de una plaza que de pronto nos transporta a la pasada y antiquísima historia remediana.
La legendaria plaza José Martí, otrora de la Parroquial y de Isabel II, con sus enormes flamboyanes inundados de rojas flores, constituye la célula urbana primera de la legendaria ciudad y lugar desde donde partió la enredada trama urbana con sus irregulares cuadrículas que conformaron el Centro Histórico Urbano desde las primicias del ya lejano siglo XVIII en el que se pueden observar hoy valiosísimas edificaciones demostrativas de esta época como la casa del Alférez Real, la de la familia Rojas, la de los Lobatón y Pangua, entre otras. En esta atractiva plaza se destacan las siluetas de los campanarios de la Parroquial Mayor de San Juan Bautista y el de la Iglesia del Buenviaje, situadas a ambos lados de la misma, como caso excepcional en el país, hecho que llena de sano orgullo a los pobladores de la antigua villa. Uno frente al otro estos templos han establecido un permanente diálogo multicentenario en medio de la paz eterna de sus vetustos muros.
El Centro Histórico Urbano es testigo de un legendario, fuerte y atrayente proceso cultural dentro del que se destacan las incomparables parrandas remedianas las que, cada 24 de diciembre se desarrollan en este escenario y por su antigüedad, trayectoria histórica, inalterable belleza y sobre todo por su significación para el pueblo remediano, así como por su trascendencia para el país, fueron declaradas como fiesta nacional junto a los carnavales de Santiago de Cuba y a las Charangas de Bejucal.
Complementan este amplio espectro cultural las innumerables leyendas entre las que descuella la hermosa fiesta sanjuanera o de San Juan que se celebra el día 24 de junio desde el siglo XVIII temprano y que ha trascendido hasta nuestros días.
La presencia de connotadas figuras de alto valor intelectual como el músico y abogado Alejandro García Caturla de trascendencia internacional, conforma un riquísimo mundo cultural que junto al patrimonio arquitectónico e histórico integran una variada gama de aspectos que nos conducen a una ciudad llena de significados cristalizados en la música, en sus muros, en los dibujos de sus afiligranadas rejas y otros elementos de hierro, sus vitrales... y arcos. En su imagen toda está su gente, la ciudad y sus tradiciones.
La primera mujer chofer de Cuba, a principios del Siglo XX, fue la Macorina quien se llamó María Calvo Nodarse y fue también la primera mujer que tuvo licencia para conducir en La Habana.
La Macorina era cubana, existió realmente; de ello dan fe las entrevistas que le hicieron varios periodistas de su tiempo. Se asegura que nació en 1892 en el poblado de Guanajay, entonces provincia de Pinar del Río, y su nombre era María Constancia Caraza Valdés.
Siendo adulta cambió su nombre por el de María Calvo Nodarse. Se afirma que esta audaz mujer vivió en la calle Galiano, cerca del Malecón habanero y sobresalía por su atrevida elegancia y sus hermosos ojos.
Según algunas crónicas, la Macorina poseía una personalidad extraordinariamente interesante y una simpatía que ganaba la admiración de cuantos le conocían. Alternó con lo más selecto de la sociedad habanera y con su auto blanco, un Hispo-Suiza, paseaba airosa por las calles de La Habana, a 30 kilómetros por hora, donde su despampanante belleza era admirada mientras escuchaba música de moda por las bocinas del auto.
La Macorina, asombró a la ciudad en los albores de la centuria con el estruendo del motor de su coche, la admiración, la pasión de la mancebía y la sonrisa amplia y sonora apenas interrumpida por la bufanda, batida por el aire, cuando se deslizaba por Prado hacia Malecón.
Un anciano que la conoció y admiró galantemente dijo que “era la hembra más celebrada de toda la ciudad. La recuerdo entrada en carnes, ojos claros y de un trato exquisito. Se decía que sus padres la habían abandonado y que ella se había entregado al negocio del amor”.
En una entrevista que le hiciera un periodista dijo esta hermosa mujer: “Nací en 1892 en el seno de una familia bien, como se decía entonces... Vivíamos en un pueblo en las afueras de La Habana. La primavera en el campo embriaga. Yo tenía 15 años y la sentía en la piel, en los ojos, en el alma. La primavera me empujó a escapar de casa con un hombre que prometió amarme por siempre. Mis padres intentaron que regresara, pero seguí en La Habana con mi primer y único amor, aquél que recordaré hasta mi muerte. Él apenas podía garantizar nuestra seguridad económica. Un día apareció una mujer que dijo saber la forma en que podíamos vivir lujosamente. Yo accedí y con ese tremendo error comenzó una etapa de mi vida que dio origen al mote”.
Le fue creado un desenfadado y osado danzón, cuya letra corearon sin timidez sus contemporáneos. Pero, indudablemente, soportó también la insolencia.
Sobre el origen del sobrenombre, ella misma contó: “En La Habana había una popular cupletista a quien llamaban La Fornarina. Una noche me paseaba por una de las calles más populares de la ciudad, cuando un borrachín, confundiéndome con ella y pensando que su nombre era Macorina, comenzó a llamarme a grandes voces. La gente celebró el suceso con risotadas y a partir de ese momento me endilgó ese nombre”.
A medida que el tiempo ha transcurrido, las imprecisiones acerca de la vida de esta mujer crecen para forjar su leyenda.
La Macorina comenzó a perder juventud y popularidad inexorablemente, tuvo que vender sus nueve autos, sus cuatro mansiones, sus vestidos, joyas, pieles, todo y murió casi en la miseria
Calificada por algunos como la Mata Hari cubana, se sabe que la Macorina, además de ser la primera mujer que obtuvo licencia para manejar un auto, tuvo una vida disipada, de la cual en sus años de vejez se arrepintió. Falleció en La Habana.
La Macorina no se fue del todo. Su fantasma curvilíneo anda y desanda la ciudad, y a veces, negligentemente tendida sobre una desgastada piel de armiño, dormita sobre el Malecón habanero. Pocos notan su presencia y singular notoriedad.
La Macorina hizo historia porque trascendió como precursora de los derechos de la mujer en el Siglo pasado. Fue todo un escándalo, pero su leyenda vive entre nosotros y a ratos se escucha a alguien cantar “…ponme la mano aquí Macorina…”
En los años finales de la primera mitad del Siglo XX, dentro de la popular orquesta cubana América, un músico joven y talentoso violinista, Enrique Jorrín, realizó nuevas variaciones sobre el ritmo del Danzón, baile nacional de Cuba, y surgió así una composición titulada La engañadora. Inicialmente, su creador denominó a este ritmo con el nombre de neodanzón.
Los bailadores se apropiaron enseguida del novel ritmo e improvisaban filigranas y creaban nuevos pasos, en los salones, siguiendo el sonido que marcaba el güiro en el acompasamiento y a la vez originaban un nuevo sonido con el ritmo que marcaban al bailar.
El ritmo del Cha cha chá se caracteriza por una serie de tres pasos rápidos que se dan en dos tiempos de compás. Se descubrió que los pies marcaban ese sonido peculiar al rozar el suelo, Cha cha chá, y de ahí, de ese sonido, nació, por onomatopeya, el nombre con que el mundo conoce hoy a este baile.
La mayoría de las orquestas no contaban entonces con cantantes, porque los Danzones y el Ritmo Nuevo o Mambo que se interpretaba eran eminentemente instrumentales.
El joven Jorrín introdujo coros en el Cha Cha Chá, haciendo cantar a todos los músicos al unísono de manera que conseguía que se oyeran las letras con más claridad y más potencia en los salones. Los bailadores comenzaron a cantar y tararearlas.
Su rápida y amplia difusión se debió, sobre todo, al hecho de ser un baile intermedio, ni muy lento ni muy rápido, lo que lo hace un género fácilmente bailable por todos, en contraste, por ejemplo, con el Mambo, donde la música es más rápida y el ritmo más complicado.
Jorrín creó su orquesta para interpretar el Cha cha chá, le siguió la Orquesta América y luego surgieron otras como son la de Fajardo, la Orquesta de Neno González, la Orquesta Sensación, la Orquesta Estrellas Cubanas y la legendaria Orquesta Aragón que había sido formada por Orestes Aragón en 1939 en la ciudad de Cienfuegos.
La Orquesta Aragón tenía, entre otros grandes músicos y compositores, al magnífico flautista Richard Egüés, creador de El Bodeguero, tema que recorrió el mundo en la voz del cantante negro norteamericano Nat King Cole.
En esos años imperaba la tradicional formación de Charanga en las orquestas populares.
Jorrín creó una serie de danzones, dentro de la nueva línea, donde ya se cantaba a coro en algunos montunos. De entonces datan Lo que sea varón, Doña Olga, Central Constancia, Osiris y Silver star, pieza en la que siempre canta al unísono un coro que repite: "Cha cha chá, Cha cha chá, es un baile sin igual..."
El mismo padre de la criatura explicó cómo concibió la estructura musical del Cha cha chá:
“Construí algunos danzones en los que los músicos de la orquesta hacíamos pequeños coros. Gustó al público y tomé esa vía ( ...) En el danzón Constancia intercalé algunos montunos conocidos y la participación del público en los coros me llevó a hacer más y más danzones de ese estilo (...) En el chachachá los cantantes son los propios músicos.
“En 1948 cambié el estilo de la canción mexicana Nunca. La primera parte la hice en su estilo original y a la segunda parte le di un sentido rítmico diferente a la melodía. Gustó tanto al público que decidí independizar del danzón las últimas partes que yo construía, o sea el tercer trío o montuno. Entonces surgen piezas que tienen una introducción, una parte A repetida, B y A, finalizando con una coda en forma de rumba.”
El Cha cha chá es un baile festivo cuyas canciones contienen letras de tipo picaresco. Probablemente la más popular de ellas, justamente sea el primer Cha cha chá, dedicada a aquella grácil muchacha que en la céntrica esquina habanera de Prado y Neptuno, donde había una sala de baile, “todos los hombres la tenían que mirar”, La engañadora. La linda muchacha debía su voluptuosidad a unas almohadillas colocadas bajo sus ropas. "Qué bobas son las mujeres que nos tratan de engañar", dice el coro ante el silencio instrumental de la pícara melodía.
En torno a esta creación Jorrín contó en una oportunidad: "Fue pura ficción. Cuando mi madre escuchó la composición me la censuró, pero mis músicos se fascinaron y lograron convencerla de que seguramente sería un gran éxito."
Vale decir que en cierta oportunidad el compositor Leo Brouwer expresó que la música pop no era más que "Cha cha chá con batería", dejando en claro su opinión sobre el aporte de este género cubano a otros ritmos universales.
El 12 de diciembre de 1987 falleció en La Habana el prestigioso violinista, creador del Cha cha chá, uno de los ritmos cubanos más difundidos en diferentes partes del mundo y que marcó un hito en la historia de la música cubana y universal.Ritmo y compás del Chachachá:
Ritmo: rápido de 30 a 36 tiempos/minuto
Compás: 4/4
El Parque Nacional Guanahacabibes está en el occidente de la isla de Cuba, ubicado geográficamente en la provincia de Pinar del Río, formando el grupo de paisajes de la LLanura Cársica y Pantanosa de Guanahacabibes.
Está conformado realmente por dos penínsulas; la del Cabo de San Antonio y la de Corrientes, que se unen al norte y este en el núcleo principal de la península, y se separan al sur-oeste por la ensenada de Corrientes.
El Parque tiene entre sus razones de ser la protección de los valores históricos y naturales de la región, en la que se registran más de ciento veinte especies maderables.
Además, Guanacahabibes resguarda aves, anfibios y reptiles exclusivos de esa región, así como otros en peligro de extinción que hallaron sitio en el lugar para su reproducción. Es una de las zonas más ricas de nuestra Historia Cultural porque la arqueología ha destacado allí más de cien sitios habitados por dos de nuestras culturas aborígenes. Una de estas, conocida por Cayo Redondo, toma su nombre del lugar, situado en esta península, en que fue hallado un ajuar completo de dicha cultura.
También la cultura del conquistador español, aún no del todo homogénea entonces, se radicó en esta zona desde el siglo XVII en los distintos hatos y corrales, y en el poblado indígena de El Cayuco, donde se agruparon aborígenes desde todas partes de la isla incluyendo los traídos de la zona oriental pertenecientes a otros grupos o líneas culturales.
Guanahacabibes tiene como extensión, entre sus puntos más distantes 101 Km. y su anchura máxima es de 34 Km. De su área total mil 625 Kilómetros cuadrados, mil 50 corresponden al diente de perro, 125 a la ciénaga litoral norte y 450 a suelos fértiles, en general arenosos.
El Parque Nacional Guanahacabibes guarda todavía el recuerdo de las incursiones de piratas en tiempos remotos, huyendo de las persecuciones y de la naturaleza misma; guareciéndose de armadas justicieras y de tormentas y ciclones tropicales; y no faltan los que hayan guardado allí algún secreto tesoro.
La belleza agreste de aquel entorno, la exuberante flora con más de 461 especies botánicas, 17 de ellas endémicas de la región, la exótica fauna con una población superior a las 79 especies animales y una población incalculable de mariposas, así como la extraordinaria riqueza arqueológica, la caprichosa toponimia, el folklore, el hombre y sus tradiciones, conforman un tesoro mayor que cualquiera de los supuestamente escondidos por los piratas.
Sin duda, Gunahacabibes posee las aguas más pobladas de peces en todo el país debido al sostenido esfuerzo de conservación de este reservorio realizado durante los últimos 45 años en Cuba. La actividad de pesca está prohibida en la mayoría de los parajes que abarca toda la península. No obstante, últimamente se ha desarrollado una infraestructura muy especial para explotar el turismo ecológico, y dentro de este la pesca deportiva, siempre planificada y bajo la modalidad de Captura y Libera que permite mantener la población marina sin ocasionar grandes daños.
Muy cerca de la conocidísima Plaza de La Catedral de La Habana, a la que sólo se puede acceder por dos calles: Empedrado y San Ignacio, encontramos el Callejón del Chorro.
Cuando entramos a este espacio por la calle San Ignacio, lo primero que encontramos es un pequeñísimo callejón ciego y una vieja inscripción en piedra que dice:”En este callejón del Chorro derramaba la Zanja que surtía de agua a la ciudad en 1592 como su único acueducto”.
Haciendo un poco de historia vale destacar que en el Siglo XVI la actual Plaza de la Catedral de La Habana era conocida como plaza de la Ciénaga. Las edificaciones que rodeaban esta plazuela eran de una sola planta con fondo a la plaza, la que por su condición cenagosa no ofrecía más incentivo que el de un gran espacio abierto donde solamente se podía apreciar unas pocas chozas de humildes pescadores.
Esta zona por su cercanía a la marisma que rodeaba el canal de entrada del puerto, se caracterizaba por sufrir de constantes inundaciones en épocas de lluvia.
Precisamente era aquel el lugar adonde acudían los habaneros para abastecerse de agua, gracias a la Zanja Real, que derramaba sus aguas en el Callejón del Chorro.
Esta era un canal hidráulico que medía más de 11 Km de largo que trayendo agua a La Habana partía desde el río de la Chorrera, conocido en nuestros días como río Almenares. Esa Zanja real fue la obra civil más importante del siglo XVI en Cuba y tiene además el mérito de haber sido la primera obra de su tipo construida por los españoles en el nuevo mundo.
Su construcción la comenzó en 1566 el maestro mayor Francisco de Caloma, y se culminó 26 años después bajo la dirección del ingeniero Juan Bautista Antonelli a un costo de 35 mil pesos.
La Zanja descargaba aproximadamente unos 70 mil metros cúbicos diarios y abastecía a toda la población capitalina de entonces junto a los buques de las flotas surtos en la bahía; a unos por la llamada Madre del agua o Ramal principal de la Zanja Real, y al resto por el otro ramal que desembocaba en el Muelle de Luz.
El agua que llegaba a los ciudadanos era viscosa y siempre contaminada debido a que procedía de la rústica represa construida en el río. Los habitantes la curaban en vasijas de madera y barro. No dudamos de que muchas de las enfermedades contraídas por pobladores se debieron a la calidad de esta agua.
Hasta que en 1835 se construyó un nuevo acueducto para la ciudad, el Fernando Vll, la Zanja Real fue el único que estuvo abasteciendo a la capital durante casi dos siglos y medio.
Siempre que alguna reunión festiva, guateque o de otro tipo, que termina muy mal o de la manera menos favorable, hay alguien que enseguida exclama; eso “terminó como la fiesta del Guatao”.
Y muy mal debió de haber terminado la tal fiesta del Guatao, cuando este refrán se ha mantenido en el argot popular cubano de generación en generación durante más de un siglo.
El Guatao es un pequeño poblado de la provincia de La Habana, fundado en 1750, situado no lejos de la orilla oeste del arroyo de Bauta que desagua en la costa norte; donde la agricultura era la actividad principal y en el que se celebraba, como en todos, fiestas tradicionales de arraigo popular.
Cuentan algunos que en 1896 una sección de 200 soldados, guardias civiles y voluntarios españoles, al mando de un sargento y siendo jefe de estas fuerzas el capitán Calvo, llevó a término una terrible e incalificable matanza, un día de fiesta, entre los moradores del pueblo famoso por la cantidad de insurrectos, la cual tuvo un saldo de 18 muertos y 32 heridos graves quienes más tarde fallecieron. De ahí el dicho popular: “Terminó como la fiesta del Guatao”. Se dice que ese acto criminal fue el aporte del viejo Guatao a la causa de la nueva nacionalidad que estaba en gestación.
Otros relatan que su origen está en una fiesta de carácter religioso popular que se había acabado con una bronca a tiros y machetazos, donde había corrido mucha sangre porque los negros congos que en ella participaban se emborracharon y ante desavenencias comenzaron a pelear, y terminaron involucrándose todos los presentes en una descomunal riña tumultuaria.
Existen quienes testimonian que el asunto que generó el refrán fue una gran trifulca entre un hombre y su amante, la que había acudido a la festividad sin su permiso. Siendo la dama de armas tomar la emprendió a taconazos con el señor y ahí se mezclaron los defensores de ambas partes hasta que de repente ya estaba la riña en todo su apogeo.
También hay quienes dicen que el trágico final de la fiesta fue porque un grupo de campesinos, cuyos zapatos nuevos se habían destrozado por la lluvia un día de fiesta, decidieron darle una paliza al zapatero que se los había vendido, por considerarlo una estafa; y ello trajo la enorme reyerta que tan trágicamente terminó.
Se desconoce a ciencias cierta cuál de estas u otras versiones da origen real al dicho, pero lo cierto es que todos los cubanos lo emplean para referirse a sucesos que habiendo empezado bien, terminan mal.
¡No quiera usted nunca terminar sus actos como la fiesta del Guatao!
Como escapado de un cuento de las Mil y una noches, enclavado en la zona de Punta Gorda, mirando siempre al mar con sus aires árabes, está el Palacio de Valle, una de las más bellas edificaciones de Cuba.
Como si se tratara de una especie de guardián del encanto de la Bahía de Cienfuegos, con una significativa variedad de estilos entre los que predomina el mudéjar, el Palacio de Valle constituye una verdadera riqueza arquitectónica de la Perla del Sur, como se le llama a la ciudad de Cienfuegos.
Su nombre proviene del acaudalado Acisclo Valle Blanco, quien invirtió un millón y medio de pesos en esta magnífica edificación ecléctica cuyo diseño es fruto del ingenio creativo del arquitecto cienfueguero Pablo Donato Carbonell, y su construcción se inició en 1913 para ser concluida cuatro años después, siempre bajo la certera dirección del arquitecto e ingeniero civil italiano Alfredo Colli. Para ello se importaron de España, Italia y Estados Unidos materiales como el mármol, alabastro, bronce, cristal y cerámica, excepto las maderas preciosas, que son cubanas.
El Palacio de Valle, constituye una muestra ejemplar, singular testimonio, de la utilización y aplicación de determinadas técnicas constructivas y decorativas extranjerizantes introducidas en Cuba en el siglo XX y es ejemplo de la opulenta burguesía de la época.
En la última década del siglo XIX, un comerciante español llamado Celestino Caces fabricó una casa en Punta Gorda, conocida como la Quinta Morisca. Cuando este hombre se retiró de los negocios se la vendió a otro negociante, Alejandro Suero Balbín, quien luego, se la regaló a su hija al contraer nupcias con el acaudalado comerciante Acisclo del Valle Blanco; estos fijaron allí su residencia y completaron, en 1917, la construcción del suntuoso Palacio de Valle.
Para la creación de tal joya ecléctica se solicitó la participación de artesanos franceses, árabes, italianos y cubanos. Su planta central posee un vestíbulo de estilo gótico-primitivo, un salón comedor de influencia mudéjar, una sala de música y juego estilo Luis XVI y otra de visitas, con el artesonado en oro, de estilo Imperio, sus columnas interiores y exteriores recuerdan la mezquita de Córdoba, en España.
Algunas de las ocho habitaciones del piso superior al que se accede por una majestuosa escalera de mármol, donde se hallan un salón de estar y otro de estudios, son de estilo veneciano.
El edificio está rematado por tres torres: una de influencia gótico-románica que representa la fuerza. La segunda, de estilo indio, recrea el Taj Mahal como símbolo del amor, y la tercera, un minarete árabe, representa la religión.
En la plataforma del techo encontramos una glorieta barroca que mira hacia la azulada bahía cienfueguera.
Se sabe que en los años cincuenta, una compañía inversionista compró los terrenos donde está situado el palacio, con la intención de convertirlo en un jugoso casino de juego en las inmediaciones del Hotel Jagua, pero el triunfo de la Revolución frustró sus planes.
En nuestros días el Palacio de Valle constituye uno de los símbolos de la ciudad por sus valores histórico-arquitectónicos y ambientales, además de por su relación con la hermosa Bahía y el Hotel Jagua. Allí se realizan importantes actividades culturales, es muy visitado por los turistas y se puede degustar los exquisitos mariscos que se ofrecen en su restaurante.
Su reconocida belleza y su conservación sostenida han hecho del Palacio de Valle una de las cartas de presentación de la ciudad de Cienfuegos y fue declarado Monumento Local desde 1990.
En la Península de Zapata se encuentra uno de los ecosistemas de mayor importancia en Cuba, el Gran Parque Natural Península de Zapata, donde a la vez se agrupan varios tipos de ecosistemas de pantano, medianamente o poco modificados por la acción del hombre, el mayor refugio de la fauna cubana y a la vez el más extenso humedal de la Isla y del Caribe insular. Esa es nuestra región verde mejor conservada. Ubicada en la zona sur de la provincia de Matanzas, este parque natural es hoy un destino turístico que combina varios atractivos para quienes gustan de la ecología, las buenas playas y el buceo.
Ela Península de Zapata exhibe un paisaje extenso, virgen y privilegiado con una flora y una fauna únicas muy bien conservadas, las cuales posibilitan un contacto estrecho con la naturaleza: mangles, abundante vegetación costera y pantanosa, dos playas, lagunas, lagos naturales, y cavernas muy profundas, en las que las aguas varían desde dulces arriba hasta totalmente saladas en las profundidades.
La Gallinuela de Santo Tomás y la Ferminia son de las aves exclusivas de la zona y consideradas como las de hábitat más restringido en el mundo. En esta zona se han observado más de cien especies de aves, entre ellas el Zunzuncito, Cabrerito de la Ciénaga, Gavilán Colilargo, Catey, Cotorra y Paloma Perdiz, de las que se forman grandes concentraciones durante todo el año. La Ciénaga de Zapata también constituye el refugio natural de miles de aves migratorias provenientes de América del Norte.
En sus esteros y lagunas se puede localizar dos especies de vertebrados acuáticos amenazados de extinción: el manatí y el manjuarí, este último un pez que sólo se encuentra en esa región de la isla.
Allí predominan los paisajes de llanuras bajas, pantanosas, sobre rocas calizas, con suelos hidromórficos y vegetación de sabanas naturales con un elevado valor estético y paisajístico. De ello dan fe la Laguna del Tesoro y la Cuenca del Río Hatiguanico, principal arteria fluvial de la zona, así como Playa Larga y Playa Girón. Además, existen grandes extensiones generalmente inundables donde crece el herbazal de ciénaga, formado por cortadera, palmanaca, arraiján, yana y guanito, entre otras.
En este magnífico lugar existen dieciséis especies de reptiles, entre los que sobresalen los cocodrilos cubano y americano que se reproducen en un criadero especial, iguanas, lagartijas, majá, varios tipos de ranas, abundantes poblaciones de puercos jíbaros y venados y un endémico local: la jutía enana, además de la jutía conga.
En la Península de Zapata se encuentra la Bahía de Cochinos, lugar lleno de historia donde se encuentra el Museo de Playa Girón, que recoge aspectos del enfrentamiento contra la invasión armada que tuvo lugar en abril de 1961 y la cual fue derrotada en sólo 72 horas.
Playa Larga y Playa Girón constituyen por sus atractivos una de los mejores sitios de interés para la inmersión submarina, la cual se realiza directamente desde la costa, por la proximidad de los puntos de buceo; y las palmas en cuanto a interés turístico se las lleva el centro de recreo Guamá con su espectacular Aldea Taína, un sitio digno de ser visitado por sus valores artísticos.
Toda Cuba es verde y azul, y es bellas aves y brillosos peces y corales, y extensas campiñas y frondosas palmas, y gente alegre y sincera, es la realidad para quienes sueñan con lugares idílicos, de los cuales la Península de Zapata es un magnífico ejemplo.
La Mariposa, que toma su nombre del extraordinario parecido que tienen sus pétalos con un hermoso insecto lepidóptero, es la Flor Nacional de Cuba. Se le conoce también como "caña de ámbar" y su nombre científico es Hedychium Coronarium Koenig , de la familia de las Zingiberáceas (alpináceas).
La verde planta que da origen a esta hermosa, olorosa y blanca flor, llega a alcanzar más de un metro de altura y sus grandes hojas verdes lanceoladas crecen en forma de vaina en torno a su tallo por lo que constituyen también un símbolo de la fuerte unión existente entre los cubanos.
Su blancura hace que se le asocie con la pureza de los ideales de nuestras luchas independentistas y también con la paz, como se acostumbra con todo lo blanco.
Además, este color aparece igualmente en dos de las cinco franjas de la enseña nacional cubana.
Se dice que la mariposa es además paradigma de la delicadeza, la gracia y la esbeltez de la mujer cubana, quien siempre ha gustado llevarlas en su pelo realzando su belleza, en la campiña cubana.
La Mariposa no es endémica de la Isla de Cuba, esta es oriunda del Asia, pero se ha adaptado y crece muchísimo en las fértiles márgenes de nuestros ríos y arroyos así como en otros lugares húmedos del territorio nacional, favorecida por el agradable clima.
En 1936 los botánicos del Jardín de la Paz, en Argentina, solicitaron a sus homólogos cubanos la definición de cuál sería la flor nacional de la Isla y es así que el 13 de octubre estos determinaron, por unánime elección, que fuese la mariposa.
Según cuenta la tradición oral, durante la Guerra de Independencia, en estas olorosas flores, prendidas en los velos y los mantones de las criollas, se ocultaban mensajes de los luchadores independentistas contra el colonialismo español imperante.
La historia de la Virgen de Regla se remonta al siglo IV, mezclándose con las leyendas. Cuentan que la imagen de la Virgen de Regla, fue mandada a construir por el mismo San Agustín, quien la tenía en su oratorio, siendo obispo en Hipona al Norte de África.
Trece años después de su muerte Hipona fue atacada por los Vándalos, y la orden de los agustinos escapó a España, donde colocaron la imagen frente al mar y allí creció la devoción.
La imagen, según se cree, siempre fue de color negro. Luego en el siglo VIII los monjes tuvieron que huir de nuevo por la invasión de los moros y la ocultaron cerca del monasterio.
Tras el triunfo de Alfonso el Sabio, en el Siglo XIII, la Santísima Virgen, fue desenterrada y devuelta su antiguo Santuario. Desde esta época ha continuado allí.
Dicen algunos que el nombre de La Virgen de Regla le viene por ser ella quién custodia la regla de los frailes Agustinos.
Desde su majestuoso santuario frente al mar en Chipiona (España), La Virgen de Regla, cada 8 de septiembre, sale en imponente procesión con miles de devotos.
Desde España, se propagó su veneración por muchas partes del mundo, devoción que llegó a su apogeo en el siglo XVIII. Así llegó a nuestra isla y se le empezó a adorar en la zona del puerto, en su santuario, en el pequeño pueblo de pescadores vecino a La Habana que lleva su nombre. Pero a la Virgen de Regla se le conoce y venera por muchos en toda la nación. Le llaman la Patrona de la Bahía de La Habana y del navegante.
Al ultramarino pueblo de Regla, con su olor a mar, se llega en apenas siete minutos atravesando la bahía. Allí, frente al embarcadero lo primero que encontramos es al Santuario de la Virgen de Regla.
En 1598, uno de los primeros colonizadores de La Habana fundó el ingenio Guaicanamar, primero movido por tracción animal, y en un extremo de sus cuatro caballerías se edificó en 1690 la ermita de Nuestra Señora de Regla, la cual fue destruida por un temporal en 1692.
El santuario se reconstruyó y se colocó de nuevo la imagen de la virgen negra en el altar principal en 1714; esta fue proclamada en 1717, patrona de la Bahía de La Habana con gran solemnidad religiosa en presencia de las autoridades civiles y eclesiásticos de la capital.
En el año 1733 se construyeron las primeras barracas de pescadores en esa zona, cuya población fue aumentando poco a poco con la llegada de otras familias; y en la edificación anexa a la iglesia vinieron a vivir unos diez ermitaños.
Cuando la toma de La Habana por los ingleses, estos respetaron esa naciente población que, además, no les ofrecía ninguna ventaja y sí muy serios peligros.
Regla era ya un sitio importantísimo para el contrabando, sobre todo de la trata negrera, lo cual obligó a las autoridades coloniales a establecer una administración de rentas.
En 1812, contaba ya con más de dos mil habitantes por lo que tenía derecho a ser ayuntamiento y fue establecido como tal. Desde 1817 este poblado aparecía en los censos y estadísticas oficiales como barrio ultramarino de la capital.
En 1814, como otros tantos, desapareció como ayuntamiento con la Constitución de España y en 1820 fue de nuevo creado para volver a ser suprimido en 1823, siempre estaba a merced del vaivén de las reformas y contrarreformas políticas administrativas de la metrópoli ibérica.
A comienzos de 1858 Regla tenía ya una población de 7 mil 379 personas, que habitaban en más de mil casas.
Así en 1901 de nuevo fue suprimido el ayuntamiento y esta vez anexado al de la capital. En 1912 fue de nuevo creado el ayuntamiento con los barrios que actualmente conforman el municipio de Regla.
El pueblo de Regla no es sólo famoso por su santuario y la devoción a Yemayá, allí también está la colina Lenin, nombrada así el 21 de enero de 1924. Cuentan las crónicas que a las cinco en punto de la tarde del domingo, el alcalde del pueblo de Regla subió a la entonces loma del Fortín. Más de mil personas lo acompañaban, a pesar de la lluvia furiosa. Y bajo la lluvia transcurrieron los dos minutos de silencio y meditación. Después, el alcalde plantó un olivo en lo alto de la colina, en homenaje al hombre que tan para siempre había clavado la bandera roja allá en el centro de la nieve, al líder del proletariado mundial.
Y fue allí también donde Martí pronunció su primer discurso en la Isla.
Jesús del Monte es una de las barriadas urbanas de la ciudad de La Habana. Originalmente era un pueblito habitado mayoritariamente por emigrantes canarios, pero el crecimiento extraordinario de la capital hizo que se convirtiera en un barrio más de la ciudad. Su fundación data de mediados del siglo XVII junto al ingenio San Francisco de Paula.
Por allí poseía unos terrenos el sacerdote Cristóbal Bonifá de Rivera, quien en 1695 donó parte de ellos para establecer una iglesia en su zona más elevada. La iglesia se construyó en breve tiempo y fue declarada como auxiliar de una de las parroquias de La Habana en los meses finales del año 1698.
Desde los primeros años del siglo XVIII se establecieron en el naciente poblado algunos vegueros, quienes comenzaron a sembrar de tabaco todos los terrenos que orillaban los arroyos Agua Dulce y Maboa.
El tabaco comenzaba a tomar auge en la economía cubana y se obtenían grandes ganancias. Entonces España, con la finalidad de mantener el control de esta prometedora actividad económica, estableció en 1716 el Estanco del tabaco, que prohibía a los vegueros vender libremente su producción.
En 1723 los vegueros se rebelaron y se amotinaron en Santiago de las Vegas y Maboa por la incautación de sus cosechas, se reunieron en Calabazar unos mil descontentos en actitud sediciosa, y así se continuaron una serie de motines y levantamientos. El más importante fue el de la comarca habanera de Jesús del Monte.
El gobierno español envió doscientos hombres contra los amotinados, quienes se resistieron, pero finalmente fueron vencidos con el resultado de un muerto en la acción y doce colgados en represalia, allí en los árboles de Jesús del Monte, a pocos metros de la iglesia, donde permanecieron todo el día como señal de escarmiento a los demás rebeldes.
Las sublevaciones de los vegueros fueron las primeras manifestaciones de rebeldía entre los criollos.
En 1762, durante el sitio de La Habana por los ingleses, Jesús del Monte fue también teatro de varios encuentros, en uno de los cuales murió José Antonio Gómez, alcalde de Guanabacoa, conocido popularmente con el nombre de Pepe Antonio.
Cuando se restableció la paz y la vida en Jesús del Monte volvió a la normalidad, el pueblo continuó creciendo y progresando. En 1820 fue creado su ayuntamiento de acuerdo con la Constitución española de dicho año, que fuera suprimido en 1823 cuando cesó el régimen constitucional en España y fue convertido en arrabal o barrio extramuros de la capital.
Jesús del Monte vivió durante muchos años del incesante tráfico entre la ciudad de La Habana y sus comarcas meridionales, de la venta de sus frutos en la capital y de la manufactura de sombreros de paja a la que se dedicaban muchas familias obreras. Cuando se inició la explotación del ferrocarril entre La Habana y Bejucal las condiciones económicas de Jesús del Monte menguaron considerablemente.
Con el transcurrir del tiempo Jesús del Monte volvió a florecer, pero esta vez debido a que numerosas familias de La Habana, al poder trasladarse cómodamente hacia el lugar, se dieron cuenta de sus condiciones de clima y demás; y valoraron las posibilidades del lugar como sitio de veraneo y de residencia. Iniciaron desde entonces la construcción de innumerables viviendas modernas y confortables, claras y espaciosas en las cercanías de la popular parroquia, la que en nuestros días observa desde su posición cómo la ciudad de La Habana creció y se desarrolló a sus pies.
En la actualidad aquello es parte del Municipio de 10 de octubre, y la secular calzada lleva el nombre de Calzada del 10 de Octubre.
La mundialmente conocida Mamá África recibió la Medalla por la Cultura Nacional de manos del ministro de Cultura cubano Abel Prieto, tras concluir su concierto en el Teatro Astral, de nuestra capital, al que asistieron entre otros Jorge Risquet Valdés, la Embajadora sudafricana en La Habana, el cuerpo diplomático, el Dr. Rogelio Martínez Furé y otras personalidades de la Cultura.
Destacó la Excma. Sra.Thenjiwe E. Mtintso, embajadora de Sudáfrica, que “Mamá África ha utilizado su música y su voz como una poderosa arma contra la injusticia y la opresión”. Miriam Makeba agradeció al pueblo y al gobierno de Cuba por el apoyo a la lucha contra el Apartheid y dijo que “en Sudáfrica ya somos libres, ustedes tiene mucho que ver con ello”.
Dicen las leyendas africanas que existían en la antigüedad músicos capaces de transportar a sus oyentes a los mundos sobre los que cantaban. Bastaba con oírlos para iniciar un viaje fantástico a través de tierras lejanas y maravillosas.
En este concierto, un grupo de privilegiados tuvimos la oportunidad de comprobar la veracidad de esas leyendas ancestrales de la también Madre Patria.
Sin duda, Mamá África nos dejó la sensación de haber vuelto de una ensoñación de completa felicidad. A través de casi dos horas de música ancestral y bellas canciones, los asistentes conocimos en su voz la queja del dolor del oprimido negro africano bajo el Apartheid, de sus amargas lágrimas, caminamos por las selvas, tuvimos miedo de las fieras y sentimos el valor de la amistad y la solidaridad en el peligro de la batalla. Supimos lo que es cantarle al triunfo.
La diferencia idiomática no fue obstáculo para entrar en los corazones, aunque Miriam se refirió a los temas de sus canciones en Inglés con esa manera tan peculiar que tiene acompañándose de sus pícaros gestos y sus expresivos ojos.
Desde horas antes del concierto, las puertas del Teatro se veían ya llenas. Se respiraba un ambiente único y especial, porque era posible adivinar, sin mucho esfuerzo, que el reencuentro con la diva africana sería inolvidable. En 1972 fue grande, en 1978 extraordinario y esta vez, maravilloso.
Cualquier ángulo y cualquier momento fue bueno para conseguir una foto, una oportunidad casi única. La expectación se hizo máxima hasta el momento en que se abrieron las puertas, y cada uno se apresuró a ocupar su butaca, un asiento en esa sala que se convirtió en una estancia mágica. La visión de los instrumentos, preparados ya para iniciar el concierto, el sonido de las primeras pruebas, todo hacía presagiar el magnífico espectáculo que nos esperaba.
No había nadie que no estuviera pendiente de lo que sucedía en el escenario, las manos preparadas ya para el aplauso cuando apareció aquella negra fabulosa, y la sala fue un todo al vitorearle. La magia había comenzado.
Y de qué manera, los acordes de Live the Future resonaron con toda su fuerza, iniciando el viaje hacia el llamado continente negro. Tras su ya tradicional Amapondo nos presentó a su grupo y cantantes acompañantes para luego adentrarnos en la tierna interpretación de Africa is where my Herat Lies.
Por si fuera poco, la interpretación estuvo acompañada en todo momento de trío de voces que hacían un coro magistral. Todo se inundó de colores, todo se tiñó de luz contribuyendo a engrandecer la sensación mágica de las canciones en lenguas lejanas y desconocidas, pero con matices cercanos y casi muy nuestros.
Fue un espectáculo portentoso en el que se hacía difícil decidir qué interpretación merecía más aplausos. En Mashakane nos dice “No olvidaremos jamás el oprobioso régimen del Apartheid; pero ya debemos aprender a perdonar”
Y qué decir de la moderna versión de Malaika, que vino a completar un programa ya de por sí satisfactorio.
Y hubo sorpresas, porque Pata Pata, la melodía favorita de los cubanos llegó de una manera nueva haciendo las delicias de todos los presentes, quienes no vacilaron en echar su pasito con la Makeba.
La Makeba, como afectuosamente la llama su público de la isla hizo gala de un tono agudo, pero fresco y cálido como la brisa del mar y a veces grave y seco como el rugido del león.
Los músicos demostraron su valía, dieron lo mejor de sí a quienes la excitación acumulada llevó a aplaudir.
Conforme se acercaba el final, todas las miradas estaban pendientes de Makeba, a la que se le notaba disfrutar en todo momento de la música, acompañando con la cabeza, con las manos, con el cuerpo cada son y cada nota.
Pero no fueron pocas las emociones. Mucho gustó la interpretación de la canción Mama por la señorita Zanzi, nieta de la artista, o la de uno de los miembros del coro con una calidad suprema, o el baile magistral en Bhabhalazi y como colofón West wind, un canto a la unidad africana que según ella canta siempre para los estudiantes, para los niños, “con la esperanza de que su texto les haga comprender la necesidad de estar unidos en nuestro continente, de acabar con las guerras fratricidas, de pelear contra la injusticia”.
Fue una noche de sorpresa de despedida. Todos y cada uno de los presentes contuvieron el aliento, todas las miradas expectantes, clavadas en Makeba, que una vez más no nos defraudó. No es que cantara, es que interpretó de tal forma, le dio tal grado de sensibilidad, ternura, de fuerza que algunos que no habían derramado una lágrima por la emoción, tuvieron, como mínimo, que luchar con ellas.
La voz Makeba, con una sonoridad especial, llegó a un clímax glorioso, perfecto y un potente “¡Bravo!” resonó cuando llegó el gran aplauso final. Muchos minutos de aplausos y ovaciones continuas, que la obligaron a volver a salir al escenario, fueron el justo premio a un trabajo magnífico.
El Museo Napoleónico de La Habana, inaugurado el 1 de diciembre de 1961, es una institución que presenta a sus visitantes una permanente exposición que atesora la más extensa, variada y valiosa colección de objetos de la época napoleónica, así como objetos personales que pertenecieron al Emperador de los franceses o estuvieron relacionados con su vida.
Es el único museo especializado en Arte Imperio de la isla, específicamente referido a Napoleón Bonaparte, posee en sus fondos más de siete mil 400 obras de arte, en su inmensa mayoría de primera categoría, que incluyen pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, objetos históricos y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en idioma francés, ingles y español.
La mayoría de las obras de arte con que cuenta el museo pertenecieron a la colección privada del hacendado cubano Julio Lobo. Hoy son patrimonio de toda la nación, para el disfrute y la cultura del pueblo. Otras piezas han sido adquiridas a través de donaciones y compras.
Este Museo figura entre los más importantes del mundo en su materia y se dice que su pieza más interesante es la mascarilla del Emperador, traída a Cuba por su autor, el Dr. Francesco Antommarchi, médico de cabecera de Napoleón Bonaparte hasta su muerte.
Cuando Napoleón murió, Antommarchi participó en su autopsia con ocho médicos ingleses y le sacó la famosa mascarilla con la ayuda del cirujano inglés Burton; además conservó más de un ejemplar con él.
El ambiente político le resultó hostil cuando regresó a Francia, entonces emigró a New Orleans y más tarde de allí a Cuba, de manera que se instaló en Santiago de Cuba, donde había muchos emigrados franceses de Haití, entre ellos algunos militares bonapartistas. Murió allí a los cuatro meses de estar en Cuba porque contrajo la fiebre amarilla.
El edificio sede del museo es una imponente mansión, la Dolce Dimora, imitación de un palacio renacentista florentino del siglo XVI y perteneció al mañoso político italo-cubano de la república en Cuba, Orestes Ferrara y Marino. Desde 1959 es propiedad de todo el pueblo.
Está ubicado en una calle en el extremo lateral izquierdo de la Universidad de La Habana, muy cerca de la populosa Rampa, centro de la ciudad. Tras pasar la verja, las amplias arcadas de su vestíbulo de entrada conducen hacia un bello jardín central. Y hacia su derecha se encuentran las galerías del Museo distribuidas en cuatro pisos.
En la entrada se destina un espacio a las llamadas Muestras del Mes donde exponen extraordinarias colecciones únicas, como son grabados, libros, elementos de artes decorativas, mobiliario, armas, etcétera; todas originales y de época, de lo mejor y más representativo a escala mundial en el tema napoleónico.
El Museo napoleónico es muy original y ofrece esa oportunidad de entrar en contacto con el mundo del gran corso en un lugar de incalculable valor histórico-cultural, único en América Latina, y uno de los cincos más importantes del mundo.