Una vez más Moncho, el Gitano del Bolero, encantó a millares de admiradores que acudieron a su presentación para disfrutar de su energía indiscutible en la escena.
Luego de tres años de ausencia de nuestros escenarios regresó este mimado del público cubano para seguir regalándonos su arte y su sensibilidad.
Ramón Calabuch, que así se llama, esta vez presentó su espectáculo "De La Habana a Barcelona, de la Rumba al Bolero no hay nada más que un paso".
El programa estuvo dividido en dos partes, la primera dedicada a la rumba flamenca acompañado por el grupo Chypen y la segunda dedicada al bolero con músicos cubanos.
Rindió tributo, en canciones catalanas a El Pescaílla, Peret, Serrat y Pacho Alonso, a los tres primeros por su contribución al pentagrama catalán, y a nuestro inolvidable Pacho por haberlo invitado a venir a Cuba; así comenzó la noche, con esa habilidad que posee el gitano para trasmitirnos su afecto.
La populosa Sala Avellaneda del Teatro Nacional estuvo repleta, el público no se cansaba de batir palmas, y lanzarle frases de cariño. La mayoría de los presentes rondaba entre los 70 y los 40 años de edad, pero acompañados de sus hijos y nietos. Canciones en catalán así como Puede ser, Adoro, Amor fugaz, Inolvidable, Que sabes tu, La distancia... incrementaron el fervor nocturno dentro de un público que continuamente se ponía de pie, o corría hacia el escenario para entregarle una flor.
Moncho había dicho: "hace 30 años que llegué por primera vez y los que fueron a verme en aquella ocasión ahora tiene 60, son abuelos como yo". En un momento recordó a su amiga Rocío Dúrcal y cantó para ella Ya lo ves, la vida es así.
Una lágrima cayó en la arena, Burriquito como tú, y Alegría de vivir, entre otras, fueron interpretadas por sus paisanos de Chypen, quienes recordaron al Peret en esta actuación, muy contentos de su primera visita a la Isla.
Momentos especiales fueron cuando Moncho cantó Llévatela y Usted es la culpable, o tocó el cielo con No, pieza del genial compositor mexicano Armando Manzanero, que en los años sesenta del pasado siglo causó sensación, interpretada por el también mexicano Carlos Lico.
Además de que la mayoría de las canciones estaban matizadas por la rumba catalana o el son cubano, Moncho se vistió de bolerista clásico en su interpretación de No, cuando nos regaló una versión excepcional, en voz, desgarramiento y profunda convicción.
No podían faltar las atrevidas y provocadoras versiones de Te extraño, Orgasmo y Soy lo prohibido piezas de gran sensualidad.
Me muero, me muero, su bolero emblemático, llevó al auditorio al frenesí sentimental y musical para finalizar un espectáculo que dejó a todos llenos de placer e hizo que el propio Moncho dijera a un reportero: "fue todo muy bonito, muy afectuoso…".