El actor José Antonio Alonso ha adicionado otro monólogo a su repertorio de triunfantes espectáculos unipersonales que comenzó hace algunos años atrás con Teatro Buendía y ahora presenta bajo el sello de Teatro del Caballero.
Algo en común tienen todas estas puestas en escena, y es la interpretación de un estupendo actor.
José Antonio Alonso domina todos los recursos expresivos del teatro y en esta ocasión utiliza su dúctil voz de manera muy particular. Cincuenta minutos son suficientes para que Rico narre a su modo episodios de La Odisea desde una estación de trenes. Y si la historia tal vez no lograra decirle demasiado, hay en medio de ella -insisto- un actor que sin dudas integra la lista de los mejores de este país.
Rico pudiera ser tal vez un ingenuo y solitario niño, o tal vez un adulto con manifestaciones de atontado comportamiento: en cualquier caso, hay una intención de hacer pensar al espectador mucho más allá de lo que está contenido en sus parlamentos.
¡¡¡Pasajeros con destino a Novafeltria!!! (notas al programa de mano)
"Sus embarcaciones son tan ligeras como las alas y el pensamiento..."
Homero
Hace apenas una hora, un minuto o un segundo me preguntaba dónde queda Novafeltria, cuales serían sus paisajes, cómo hablarían sus gentes y cómo sonaría o suena el silbato de ese tren que me lleve allá: ¡A Novafeltria!
Montemos pues en el tren, ese que por tantos años imaginamos que avanza por la imaginada línea que tal vez de niños construimos sobre una hoja de papel. Puede que sea Novafeltria, puede que sea China, sea Australia, sea el Polo o Paris, porque siempre nos quedará París... ¿o no? Lo importante es que sobre el escenario, este que ahora ve usted (estimado, respetado, considerado y siempre amado espectador) aparecen sin reparos una estación nueva, un nuevo tren, una nueva senda...
Los caminos y sus cruces han sido una meta para los isleños, quienes hemos tenido el sino trágico de siempre querer viajar.
El caballero de París se sienta en primera fila y mira entonces la nueva revisión de “El gran cuento” del autor Bruno Storni que gentilmente Eddy Socorro tradujo al español y estrenara en el Güiñol Nacional de Cuba; ahora llega a los escenarios cubanos versión-hado por José Antonio Alonso.
El espectador encontrará en el teatro a un chico, a un hombre, a un viejo, a alguien sentado en la vía; a alguien, solo o acompañado, que espera como esperamos todos, siempre sentados, en una línea, en esa línea por donde pasará el tren, en esa línea donde permanecemos en espera, porque todos juntos, esperamos... y allí escuchamos el ¡¡¡Pum!!! Que bien se siente uno aquí... y aquí en el teatro lo escucharemos una y otra vez, y otra y otra y otra más, porque ¡¡¡Pum!!!...
“No es de caballero andante quejarse de dolor alguno”. Esta de Don Quijote es la que lleva a su director, José Antonio Alonso, a nombrar su grupo como “Teatro del Caballero” Ahora encuentran nuevas fórmulas de comunicación en su poética que no difieren de las encontradas en puestas anteriores, pero si generan nuevos caminos para la investigación.
La acción y lo verbal se dan la mano para construir una historia que dialogará con el público infantil, juvenil y adulto, y en esa mezcla de públicos, el actor-director, el nuevo caballero o amante del siempre vivo mito del caballero de Paris, recrea una conexión de relatos que bien dialogan con la reflexión y el goce de quien llega con la ingenuidad de contar y recibe todo un universo de nuevas o ya antes escuchadas cosas que darán el hálito de reconstruir el aquí y el ahora y nos situará en apenas unos 50 minutos en un mundo lúdicro donde todos seremos esos pasajeros con destino a Ítaca o a Novafeltria.
Hágase entonces la luz, córrase el telón y suenen esas campanas que anuncian el inicio, el propio inicio de la función... Viajemos en ese tren que el caballero de París ha mandado por el mar sobre un barco, una canoa, o cualquier cosa que flote y llegue, porque el caballero sabe que sabemos que “Siempre nos quedará París”.
Maikel Chávez, mayo de 2007
F: Pepe Murrieta