Con el auspicio del Instituto Cubano de la Música y la Dirección de Cultura de La Habana, la Asociación Cultural Hermanos Saíz, cada año se celebra en La Habana el festival del rap que constituye un momento excepcional de proyectar desde Cuba un mensaje comprometido con las causas de los humildes del mundo.
Al festival asisten generalmente agrupaciones de rap de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Martinica, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Suiza, Venezuela y otros. Por supuesto que de la Isla hay una nutrida representación.
El rap en Cuba creció como un movimiento social con antecedentes musicales como el del breakdance que cautivó a grupos de jóvenes por todo el país, quienes en principio lo abordaron como una copia mimética de los videos de artistas estadounidenses. En la actualidad existen en la Isla unas mil agrupaciones de hip-hop, o poesía rap con fondo musical con características ya muy criollas.
Como parte del festival también se presentan películas como sucedió en una de las ediciones anteriores con las del director estadounidense Spike Lee, exposiciones de imágenes gráficas sobre el rap cubano, así como talleres sobre el tema del rap. Muy interesante fue el titulado Memoria viva. Expresión sonora y oral en la psicofísica del intérprete de rap.
Difícil y hasta absurdo sería para un amateur como yo en materia de hip hop intentar una definición erudita de esta cultura que ha venido sacudiendo las sociedades del llamado mundo globalizado. Mi intención es más bien llamar la atención sobre el indiscutible valor de las manifestaciones del hip hop en la manera de entender ciertas zonas de la cultura caribeña actual. Es más, me atrevo a sugerir que la historia cultural de las Antillas de hoy no puede narrarse cabalmente sin tomar en cuenta la producción simbólica derivada de la cultura hip hop, ya sea en la forma del grafitti, el baile o en la letra de las canciones.
Es a mi entender una producción cultural de carácter reivindicativo y comprometido con la tarea de dar voz a ciertos actores sociales históricamente invisibilizados por el establishment cultural, que fertiliza la afluencia de proyectos artísticos los cuales conforman lo que hoy se conoce como cultura hip hop. La contundencia de sus artefactos es lo que hace que, desde la academia, con algo de retraso, se valore su estudio con cada vez menos perplejidad.
FlacoPro, Yotuel guerrero, Roldán y Ruzzo no son los jugadores de un equipo de fútbol, son los miembros de Orishas, la primera gran banda de rap cubano, actualmente establecidos en Europa pero conservando su identidad.
Coherentes con su sentimiento patriótico, su primer disco que fue un boom se tituló A lo cubano, introducido por toda una recopilación de sonidos folklóricos de nuestra Isla, todos imbuidos por la sonoridad de la religión Yoruba y la santería afrocubana. Los siguientes han mantenido la misma tónica sólo que más perfeccionada.
Cubanitos 20-02 es otro de los grupos insignias del hip hop cubano. Con antecedente en el proyecto Primera Base, Cubanitos 20-02, integrado por Haniel González Martínez, Javier Durán y José Ángel Sastre, toma su nombre de la fecha de su fundación: 2 de febrero del 2002. Después de arrasar en las listas de popularidad en Cuba, estos tres jóvenes alegres que les cantan al amor, a la pareja, a la reconciliación y la amistad, iniciaron la conquista del mundo.
El hip hop es un modo de expresión de los problemas sociales y problemas hay en todos los sitios, técnicamente el género puede prescindir de todo porque se puede hacer con una caja de plástico. De lo que no puede prescindir es de la poesía, el ritmo y la improvisación. Esos elementos son el alma del género.
Al festival asisten generalmente agrupaciones de rap de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Martinica, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Suiza, Venezuela y otros. Por supuesto que de la Isla hay una nutrida representación.
El rap en Cuba creció como un movimiento social con antecedentes musicales como el del breakdance que cautivó a grupos de jóvenes por todo el país, quienes en principio lo abordaron como una copia mimética de los videos de artistas estadounidenses. En la actualidad existen en la Isla unas mil agrupaciones de hip-hop, o poesía rap con fondo musical con características ya muy criollas.
Como parte del festival también se presentan películas como sucedió en una de las ediciones anteriores con las del director estadounidense Spike Lee, exposiciones de imágenes gráficas sobre el rap cubano, así como talleres sobre el tema del rap. Muy interesante fue el titulado Memoria viva. Expresión sonora y oral en la psicofísica del intérprete de rap.
Difícil y hasta absurdo sería para un amateur como yo en materia de hip hop intentar una definición erudita de esta cultura que ha venido sacudiendo las sociedades del llamado mundo globalizado. Mi intención es más bien llamar la atención sobre el indiscutible valor de las manifestaciones del hip hop en la manera de entender ciertas zonas de la cultura caribeña actual. Es más, me atrevo a sugerir que la historia cultural de las Antillas de hoy no puede narrarse cabalmente sin tomar en cuenta la producción simbólica derivada de la cultura hip hop, ya sea en la forma del grafitti, el baile o en la letra de las canciones.
Es a mi entender una producción cultural de carácter reivindicativo y comprometido con la tarea de dar voz a ciertos actores sociales históricamente invisibilizados por el establishment cultural, que fertiliza la afluencia de proyectos artísticos los cuales conforman lo que hoy se conoce como cultura hip hop. La contundencia de sus artefactos es lo que hace que, desde la academia, con algo de retraso, se valore su estudio con cada vez menos perplejidad.
FlacoPro, Yotuel guerrero, Roldán y Ruzzo no son los jugadores de un equipo de fútbol, son los miembros de Orishas, la primera gran banda de rap cubano, actualmente establecidos en Europa pero conservando su identidad.
Coherentes con su sentimiento patriótico, su primer disco que fue un boom se tituló A lo cubano, introducido por toda una recopilación de sonidos folklóricos de nuestra Isla, todos imbuidos por la sonoridad de la religión Yoruba y la santería afrocubana. Los siguientes han mantenido la misma tónica sólo que más perfeccionada.
Cubanitos 20-02 es otro de los grupos insignias del hip hop cubano. Con antecedente en el proyecto Primera Base, Cubanitos 20-02, integrado por Haniel González Martínez, Javier Durán y José Ángel Sastre, toma su nombre de la fecha de su fundación: 2 de febrero del 2002. Después de arrasar en las listas de popularidad en Cuba, estos tres jóvenes alegres que les cantan al amor, a la pareja, a la reconciliación y la amistad, iniciaron la conquista del mundo.
El hip hop es un modo de expresión de los problemas sociales y problemas hay en todos los sitios, técnicamente el género puede prescindir de todo porque se puede hacer con una caja de plástico. De lo que no puede prescindir es de la poesía, el ritmo y la improvisación. Esos elementos son el alma del género.