Entre los cubanos la celebración del Día Internacional de los Trabajadores es especial ocasión para el júbilo y la reafirmación patriótica.
Millones de hombres y mujeres de todas las edades y grupos sociales hacen suyo cada Primero de Mayo en esta pequeña nación caribeña que tuvo el honor de estar entre los países que en 1890 conmemoraron la fecha proletaria.
Resulta común, pero no menos admirable, que los colectivos laborales se tracen compromisos productivos para arribar a ese día, o que un domingo víspera de la conmemoración trabajadores de todos los sectores dediquen sus esfuerzos a una jornada voluntaria en faenas agrícolas, en la edificación de viviendas, obras sociales, la producción de alimentos y en muchas otras actividades que contribuyen a la recuperación económica del país y dan respuesta a los programas priorizados. A medida que se acerca el Primero de Mayo cobra lucidez el embellecimiento de plazas, calles y avenidas en los pueblos y ciudades de la alargada Isla.
En cada municipio y provincia realizan actos en los que son homenajeados aquellos trabajadores que de manera destacada ofrecen lo mejor de si desde su puesto de labor; cada rincón de la Isla organiza su festejo con iniciativas en las que no falta el colorido de banderolas, vallas y pancartas junto a la enseña tricolor de la estrella solitaria.
En la Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana, siempre está presente la gigantesca imagen de Lázaro Peña, fundador de la Central de Trabajadores de Cuba, su primer secretario general y uno de sus más capaces y valerosos líderes. Unidad, firmeza y victoria es la trilogía que preside este Primero de Mayo a la manera de los cubanos.
Cada año al paso del pueblo se escuchan las marchas interpretadas y entonadas por la banda y el coro gigantes. No son pocos los turistas que dejan constancia gráfica de todo lo relacionado con la celebración de la gran fiesta de los trabajadores. Si algo no podrán captar ni en sus pupilas ni en los lentes de sus cámaras será la agresividad de los cuerpos represivos arremetiendo contra las masas, ni mucho menos verán carros blindados con ametralladoras en zafarrancho de combate. Nada de eso hallarán en ningún rincón de esta Isla donde los rostros alegres ratifican el orgullo de ser cubanos y hacedores de un futuro mejor para todos y por el bien de todos porque preservamos la libertad, la independencia y la soberanía de la patria.
(con la colab. de E. Tellería)