En la tarde del viernes 30 de enero, el Museo Nacional de Artes Decorativas, en la ciudad de La Habana, quedará inaugurada la exposición Católico, Apostólico y Artístico, compuesta por una interesante colección de objetos empleados en la litúrgica católica desde la misma Edad Media, que la institución pone a consideración del público..
Con la curaduría y textos de Maria Isabel Losa Rodríguez y Yosvanis Fornaris Garcell, se exhiben estos elementos que además de su carácter litúrgico para la consagración durante la homilía, alcanzan un notorio nivel artístico el cual es realzado por los distintos materiales utilizados por los orfebres en su confección, como son el oro, la plata y piedras preciosas.
El incensario que se llama también turíbulo, del griego thus, que significa incienso; de ahí el extraño nombre de turiferario al portador del incensario, es una de las piezas en las que los artesanos artistas se esmeraron de un modo muy especial.
Lo mismo sucedió con los rosarios, los ciriales, los crucifijos y otros objetos de cotidiano uso en los templos católicos.
La intención siempre era la de alabar y venerar a través de estas obras la gloria y el poder divino. Tal es el caso también de los lustrosos copones utilizados para depositar las hostias consagradas durante la liturgia, así como las patenas, plato pequeño de oro u otro metal, con asa y sin asa, en el que se coloca la hostia durante la misa.
Distintos cálices o vasos sagrados por excelencia, formidable aporte de la orfebrería, contenedores del vino consagrado; copón y cáliz soportes del cuerpo y la sangre de Cristo durante la liturgia, también forman parte de la muestra.
La custodia, pieza de oro, plata u otro metal, donde se expone el Santísimo Sacramento es otro de los objetos representativos en la veneración del cuerpo de Cristo que podrá ser admirado en el museo
Otras contribuciones como los ciriales, depósitos para sal, santos óleos y agua bendita, resultan objetos de extraordinaria belleza y que también componen la exhibición junto a la no menos importante representación de Cristo en la cruz, pues por haber padecido hasta morir crucificado, esta se convirtió en un símbolo de redención y vida eterna, un emblema del cristianismo a través del tiempo.
No bastó con que estos útiles fuesen empleados en los templos por los sacerdotes, sino que los fieles cristianos se ocuparon de comenzar a acercar la Iglesia a sus hogares. Es entonces cuando se inicia el empleo de las pilas bautismales, piezas pequeñas empotradas en las paredes de los dormitorios, cuya función principal era persignarse con agua bendita antes de rezar o irse a la cama.
Los crucifijos de variadas medidas y diversos materiales también comenzaron a reproducirse y pasaron a formar parte del hogar junto a los rosarios, que se colocan hasta nuestros días sobre las cabeceras de las camas con la finalidad de rezar antes de dormir y también que Dios o el Ángel de la Guarda vele por el sueño de los fieles. Ángeles, querubines y variadas imágenes salieron del templo y penetraron en los hogares. Así, durante la modernidad, los cristianos, siempre con la ayuda de los artesanos y artistas, van desarrollando todo un servicio en función de la Iglesia Católica, que con el decursar del tiempo fueron siendo adaptados en pequeñas versiones para sus casas.
Gracias a la labor de conservación de los especialistas Enia Vinent, Celia Prieto, Alberto Hernández y José .M. García Rebustillos, tendremos durante todo el mes de Febrero la posibilidad de acercarnos a estas valiosas piezas que forman parte del patrimonio religioso cultural cubano en el Museo Nacional de Artes Decorativas.