Bajo el sugerente título de En dos tiempos, de todo corazón, la artista, los músicos y sus invitados deleitaron a un exigente auditorio que concurrió a disfrutar de las creaciones de la Martin unidas a las de grandes compositores de todos los tiempos como son Eduardo Sánchez de Fuentes, Sindo Garay, Manuel Corona, Consuelo Velázquez, Armando Orefiche, Ernesto Lecuona, Eliseo Grenet, María Grever, Alberto Cortés sumadas a la poesía de Nicolás Guillén y Facundo Cabral.
Se inició el jubileo con la magistral y certera conducción de Marialina Grau, musa del verbo y las palabras, seguida de las interesantes muestras del inagotable repertorio de la creación musical de Ana Martin: Verde, Reflexión, Sr.Cortesía, Remebranzas y Tras el horizonte, esa pieza de gran fuerza rítmica y pegajosa línea melódica, donde el piano se fusiona con la mágica flauta de Iya Mezenova y la percusión sencilla, para conseguir un efecto musical inigualable.
Zapateo 1 inspirada en el zapateo cubano, ese género bailable de ambiente campesino, descendiente del zapateo andaluz, logró un resultado sensacional y no pocos se resistieron a llevar el ritmo moviendo un pie en su luneta o con un ligero movimiento de cabeza. Es que esta obra mientras es interpretada da idea de la ejecución del baile.
Aunque se dice que el zapateo cubano tuvo su esplendor en el siglo XIX podemos decir sin temor a equivocarnos que Ana lo revive en pleno siglo XXI de una manera muy original.
Las interpretaciones de sus invitados estuvieron a cargo de jóvenes vocalistas quienes expresaron la pasión por el piano que día a día alimenta la ejecutante unida a sus voces frescas y melodiosas.
Niurka Ribeaux nos ofreció interpretaciones, limpias y serenas, mostrando una voz fresca, sin estridencias, y ejemplar articulación, que permitió captar toda la intención anímica de las canciones, como lo fue en esa pequeña joya que constituye Perla Marina de Sindo Garay, acompañada de la guitarra de Idalberto Valdés cuyo desempeño puso de manifiesto la comunión de este con su instrumento y la intérprete dándole un gran sentido y expresión, a ese clásico musical cubano.
El maestro Carlos Ruiz de la Tejera nos sorprendió con la interpretación de la simpática Messié Julián inspirado en el estilo de Bola de Nieve, la interpretación de Allá en el batey de Lecuona y el siempre antológico Vals del minuto, que tantas risas y aplausos consigue, este declamador, capaz de alcanzar niveles de una imaginación, sensibilidad e intimismo sorprendentes.
Jesús del Valle (Tatica) nos regaló una sobria e impresionante Alma mía de la Greever que nos dejó con deseos de escucharle otra vez.
No es una novedad el precioso registro en el que Verónica Velázquez y Omar Amet desgranan con exquisita musicalidad una cuidada selección de canciones de Ana Martin, todas dulzura y sentimiento; entre ellas Un tema para dos y En busca de tu ser, dos de las más bellas y de más honda expresión de todo el repertorio de esta fructífera compositora.
Las danzas cubanas son breves piezas muy atractivas, en las que la melodía se desliza con una sensualidad y gracia especiales, como si fueran interpretadas sin precipitación, donde el piano interviene con ingeniosos acordes en contrapunto con el canto.
Así lo apreciamos en la ejecución de Ay chico, pero Pastor, una interpretación modélica de Verónica Velázquez que se destaca entre tantas otras de su género.
Omar Amet posee una voz muy lírica, adecuada por su flexibilidad, que canta con muy buen gusto, interpretando los textos con una gran riqueza de matices e inflexiones que extraen todo el sentido musical latente en estas inspiradísimas canciones tanto de Ana Martin como de esos clásicos de la música cubana. Corazón de Sánchez de Fuentes fue una exacta muestra de ello.
La Orquesta de Cámara, conformada por alumnos del Conservatorio Guillermo Tomás, y músicos de distintas agrupaciones, estuvo compuesta por la sonoridad de violines, violas, chelos, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, trompa, batería y percusión en general.
Un momento de sublime gozo fue la actuación de la pequeña Brenda con su violín, como solista, junto a la Orquesta de Cámara y la prestigiosa pianista.
De lujo este concierto, el cual hace que nos resulte innegable la idea de que una buena parte del cerebro de Ana Martin es toda música, para placer nuestro. La fluidez de la inspiración, el dominio de su instrumento, la capacidad para realizar arreglos y dirección orquestal nos lo dejan bien patentizado.
Una vez más, como ya empieza a hacerse habitual, el espectáculo contó con la dirección artística de Henry Gutiérrez y la siempre eficiente gestión de municipio de La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad.
Gracias Ana por darnos tanto amor, entrega y placer con tu música de todo corazón, en dos tiempos.