miércoles, noviembre 28, 2007

Semana de la Cultura Italiana con La soprano cubana Yolanda Hernández

La excelsa soprano cubana Yolanda Hernández ofreció un recital de arias de ópera en la Basílica Menor del Convento San Francisco de Asís, en esta capital, actividad que marcó el inicio de la X Semana de la Cultura Italiana, la cual está dedicada a la figura de Giuseppe Garibaldi.

Conferencias en la biblioteca Rubén Martínez Villena y en el Palacio de Gobierno, exposiciones fotográficas en la Fototeca de Cuba y en la Unión Latina, así como proyecciones de películas forman parte del programa de actividades que se extiende hasta el sábado primero de diciembre, casi todas ellas en el casco histórico de la ciudad.

Italia trae en su embajada cultural como propuestas al público cubano sendos conciertos nocturnos en la sala-teatro del Museo Nacional de Bellas Artes con el pianista concertista Ricardo Caramella quien se presentará el día 27 y el Cuarteto de Jazz de Larry Franco cuya actuación será el día 28.

Destacadas personalidades disertaron sobre Garibaldi, entre ellas los académicos Francesco Perfetti, Danilo Manera y el Doctor Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana en la jornada del día 27 con su conferencia Mito y eco de Garibaldi en Cuba para rendir tributo al Héroe de Dos Mundos por el bicentenario de su natalicio el cual tuvo lugar en Niza el 4 de julio de 1807 y falleció en Caprera el 2 de junio de 1882.

La VII Mesa Redonda sobre la "Emigración y presencia italiana en Cuba" se desarrollará el día 30 en La casa Alejandro Humboldt y estará organizada por el profesor Domenico Capolongo, además de que tendrá lugar la presentación del VI volumen homónimo contentivo de los trabajos defendidos el año anterior.

El Ministerio de Cultura y la embajada de Italia en La Habana, la Oficina del Historiador de la Ciudad y el Comité Cubano de la Sociedad Dante Alighieri, entre otras instituciones de ambas naciones, auspician la Semana que ha concebido conferencias del embajador Sergio Romano y de la historiadora Sandra Estévez. También producirán y la salida del libro Caramba Caribe, de Fabio Ballestracci, con prólogo de Leonardo Padura. La jornada cultural llegará también al Museo Nacional de Bellas Artes, al Gran Teatro de La Habana y a los jardines del Teatro Mella.

Garibaldi encontró en Suramérica lo que quería para luchar por la independencia, aunque no fuera por su querida Italia y apoyó a todos aquellos que querían luchar por la independencia con tanto ardor como si fuera su patria. Se convirtió en un auténtico héroe para el pueblo de Italia del norte ávido de libertad.

Por sus luchas en Italia y Sudamérica desde siempre se le ha llamado el héroe de dos mundos, de Europa y de América.

sábado, noviembre 24, 2007

Polo Montañez vive en su montón de estrellas

Un quinquenio atrás al fallecer el cantautor pinareño Polo Montañez, calló una voz y desde entonces su universal guitarra guarda secretos acordes de cubanía en el corazón de la Sierra del Rosario, cuna del bardo, donde retornó el emblemático instrumento para la eternidad.

Guajiro Natural, así se conoce al tercer artista de la nación caribeña en obtener un Disco de Platino, en una carrera profesional rauda y fugaz, que luego de su deceso cantantes, poetas y escritores se empeñan en perpetuar con esfuerzos tan marcados como los surcos de las manos y el rostro de aquel hombre curtido por el trabajo campestre.

Son varios los libros sobre su vida, su casa museo en las montañas de la comunidad Las Terrazas es cita de tantos, en la bóveda no falta una flor y el grupo musical formado por familiares y amigos grabará próximamente el álbum Seguiré mi camino, con muchas de las canciones compuestas por él.

Fernando Borrego Linares se nombraba realmente el ícono de multitudes en toda Cuba, tierras de Europa, Asia y en Colombia, país del cual fue hijo ilustre, cuando el accidente de tránsito ocurrido el 20 de noviembre de 2002 puso a un pueblo en vigilia, hasta el deceso el día 26.

Nacido en una familia de carboneros, entre 12 hermanos, antes fue cortador de caña, ordeñador de vacas, tractorista, pero en las noches el guateque o fiesta campesina bajo las estrellas de la nocturnidad cubana lo reclamaban, y mientras actuaba en el hotel La Moka, de corte naturalista, un representante de la disquera francesa Lusáfrica lo lanzó al mundo artístico.

Escasa su vida en la fama, apenas de los 45 a los 47 años, con sólo dos discos Guajiro Natural y Guitarra Mía, sin embargo Cuba aún lo llora "porque aquí se premia, sostiene su última compañera Addys García, la entrega de cualquier ser humano sin necesidad de ser ídolo, máxime cuando Polo tuvo el poder de casi ignorar su condición y vivir como uno más".

Quizás una de sus canciones antológicas Un montón de estrellas hable por él, que deseó regalar a un gran amor los cuerpos celestes al abrigo hoy de su recuerdo como antes lo acompañaban en las noches de regreso al bohío guitarra al hombro.

A guitarra limpia en su IX aniversario

El espacio A guitarra limpia del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, celebró su IX aniversario con la presentación de seis nuevas producciones discográficas, en la sede de esa institución.

Demasiado Diego, Sur, De paso por el sol, Cuarto de siglo, Antología 6 y Una canción para Pablo, son los títulos de los compactos que recogen algunos conciertos realizados en el centro desde 1998.

El disco Una canción para Pablo reúne temas de los finalistas y ganadores del premio homónimo, entre los que se encuentran Samuel Águila, Vicente Feliú, Marta Campos y Ariel Díaz.

Durante las celebraciones se entregó el Premio de Ensayo y la Beca de Creación Noel Nicola y se disfrutó con la actuación de la compañía de danza teatro Retazos, dirigida por la coreógrafa Isabel Bustos.

A las cinco de la tarde se efectuó el espectáculo Concierto para Frida y Diego, en homenaje a esos grandes exponentes de la plástica universal.

Las jornada incluyó también la inauguración de la muestra Sombras de mi tierra, del grabador, documentalista y fotógrafo mexicano José Martín Sulaimán, en la Sala Majadahonda del centro.

En estos nueve años el espacio A guitarra limpia ha brindado difusión y apoyo incondicional a numerosos creadores de la nueva trova en el país.




jueves, noviembre 22, 2007

XXVIII Festival Internacional de Coros en Santiago de Cuba

De nuevo la más caribeña de las ciudades cubanas, Santiago de Cuba, abrió las puertas de la vistosa Sala de Conciertos Dolores para dejar inaugurado el Festival Internacional de Coros, convirtiendo así a la otrora primera capital de la isla hace más de cuatro siglos, en la capital de la música coral; consagrado esta vez a la memoria de Ernesto Che Guevara, en el año del aniversario 40 de su asesinato en la escuelita de la Higuera, en Bolivia.

La gran familia coral cubana, unida fraternalmente a participantes de otras latitudes celebra la fiesta musical que bianualmente se lleva a cabo en la región bajo la dirección del maestro Electo Silva, decano de los directores corales de Cuba, y fundador del Primer Festival Nacional de Coros en el año 1961.

Hasta el 25 de noviembre el Movimiento Coral Cubano estará celebrando esta edición en la cuna de las más genuinas tradiciones corales. El Coro Nacional, Exaudi, Polifónico de La Habana, de Matanzas, Villa Clara, Corávila de Ciego de Ávila y Euterpe, de Las Tunas están entre los representantes del patio.

La representación de Santiago de Cuba está compuesta por el Orfeón Santiago, que cumplió 47 años de fundado el pasado 15 de noviembre, siempre bajo la dirección del maestro Electo Silva, Premio Nacional de Música; el Coro Madrigalista, dirigido por Magalys Sánchez; Música Áurea, bajo la batuta de Delvis Sánchez, y el Coro del Conservatorio Esteban Salas, conducido por Daria Abreu.

Conocido es, por los seguidores de este tipo de expresión musical, el alto nivel artístico y la técnica depurada mostrada por todos los coros participantes en cada una de las ediciones de este festival, dedicado igualmente a la creación coral cubana, y al que están invitados directores de numerosas agrupaciones de ese formato en Cuba.

Grupos corales de otros países como son el Coro del Centro Universitario Regional de Nagua (CURNA), de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; el Coro Kotton Laulo, de Finlandia, y el Aurora Chorialls, de Canadá, el coro Atrás da nota, de Brasil; Coral Amacuro y Entrecanto, ambos de Venezuela, se suman a una semana de alegría, hermandad y excelente música coral.

Larga es la trayectoria del canto coral en nuestra isla, iniciada en el siglo XVIII por el compositor cubano Esteban Salas y con la presencia de los orfeones creados por los primeros inmigrantes españoles y sus descendientes cautivados por esta manifestación.

Por ello en la actualidad, con toda la experiencia académica y profesional adquirida, esa ciudad de mar y montañas se viste de gala durante esas jornadas con la música coral en los escenarios de importantes salas, rondas por las calles, encuentros entre los coros participantes en instituciones sociales y el Gran Concierto de despedida, también en la Sala de Conciertos Dolores, en el centro histórico de la ciudad.

Homenajes a Violeta Parra, Alejandro García Caturla y Nicolás Guillén; a Leo Brower, Carlos Fariñas, Electo Silva y Héctor Ángulo, figuras vinculadas a la música, de prestigio nacional e internacionalmente tienen lugar durante la gran fiesta.

Como es tradición las Rondas Corales se desarrollan con los coros actuantes en el evento, los cuales se unen a las comunidades y barrios para desde estos salir cantando hacia el Parque Céspedes, corazón urbano de la heroica Santiago de Cuba. Pero en esta ocasión, las Rondas saldrán desde el Museo de la Lucha Clandestina, en el tradicional barrio de El Tivolí; también, desde el Parque de Trinidad y Moncada, en el conocido barrio de Los Hoyos, y desde la propia Sala Dolores.

Ya allí en el Parque Céspedes, los coros cubanos y visitantes cantarán junto al pueblo, convertidos en un coro gigante, bajo el lema La vida es cantar, que llevará implícito un mensaje de paz y hermandad mundial junto a la despedida hasta la próxima edición.

martes, noviembre 20, 2007

Seis décadas cumplirá el Ballet Nacional de Cuba

El Ballet Nacional de Cuba celebrará su cumpleaños 60, poca edad si lo comparamos con el ruso Bolshoi, La Scala de Italia o la Ópera de Paris, pero suficiente para marcar con creces su mayoría de edad.

Bien podemos decir que este aniversario es también un merecido tributo a una de las más grandes ballerinas del mundo, nuestra Alicia Alonso, fundadora y directora general de la compañía cubana.

Llamado originalmente Ballet Alicia Alonso, siendo ella su bailarina principal, quedó establecido en el año 1948 y desde entonces no ha cesado su ascenso hacia la perfección y la gloria universal.

El pueblo cubano, ávido de cultura y del más supremo arte, ama el ballet clásico y por ello acude en multitud a cada una de sus presentaciones, porque el cubano es un auditorio verdaderamente conocedor que sabe apreciar el calor del ballet como arte. Claro está que ese gusto se inició con la labor de Alicia Alonso, labor que ha tenido su continuación con las siguientes generaciones de bailarines cubanos cuya técnica está permeada de una innata dulzura y un humano lirismo emanados de la concepción danzaria de la gran primera ballerina internacional.

Reconocidas son las casi perfectas interpretaciones del BNC que tan naturalmente emplea el lenguaje del ballet clásico de un modo tan fresco y lozano que parece novedoso a pesar de la prolongada y conocida existencia de piezas como Giselle, Cascanueces, Coppelia o El Lago de los cisnes.

No en vano con un continuo trabajo y una calidad en constante mejoramiento la compañía cubana es considerada una de las mejores y en ello tiene mucho que ver el trabajo de Alicia y Fernando Alonso, quienes contribuyeron a forjar el incomparable estilo de la escuela cubana de ballet, elemento que puntualiza los estándares técnicos internacionales bebidos e los mejores del mundo con el espíritu cubano, mezclado con nuestras raíces africanas y españolas evocando una sensualidad antillana auténtica y natural.

Tras cada una de las presentaciones del BNC, la crítica se muestra generalmente favorable y no deja de reconocer que los bailarines cubanos despiertan una especial simpatía en el público por su disciplina, su porte hermoso y la fuerza en la interpretación danzaria.

Como en todos los aniversarios vale la pena echar una mirada atrás al camino recorrido, hacer un análisis de lo logrado en esas seis décadas. Aunque la compañía nació en 1948, debemos señalar que la escuela cubana de ballet tiene su conformación definitiva con el triunfo de la Revolución Cubana, pues hasta entonces todo lo que se había hecho era a veces con esfuerzos heroicos, no carentes de éxito, pero que no siempre podían culminar por razones diversas, entre ellas el elemento financiero y los tabúes existentes.

La Academia de Ballet Alicia Alonso surgió en 1950 como una necesidad de la compañía profesional para asegurar su cantera.

La estancia de los Alonso en la URSS entre 1957 y 1958 les permitió enriquecer sus experiencias. Estudiaron de cerca la metodología de la escuela soviética sumándolo a sus conocimientos de la metodología de la escuela italiana y la del American Ballet. Todo ello contribuyó a la formación de la escuela cubana de ballet que luego fue adquiriendo sus propias características, escuela que echa por tierra los falsos criterios de racismo y otros tabúes que sobre el ballet existían.

El ballet nacional de Cuba integra todas las razas con gran naturalidad y en sus filas todos interpretan todos los papeles y todos los estilos.

Llega entonces nuestro Ballet a sus 60 años con magníficos intérpretes de calida, quienes se presentan como una agrupación homogénea, con capacidad para manejar la técnica más exigente y con interesantes posibilidades interpretativas como resultado de su disciplina constante, su entrega y entrenamiento perenne. Por ello la compañía aborda el espacio para finalmente apropiarse de él mostrando siempre sus excepcionales posibilidades artístico danzarias.

Dicen los expertos que la formación de bailarines brillantes parece ser la norma del BNC porque de forma regularproduce estrellas internacionales como Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Viengsay Valdés, Joel Carreño, para señalar algunos entre los más reconocidos en los últimos años.

LA IMAGEN DEFINITIVA DE EDUARDITO


Acaba de morir Eduardito Jiménez. Los lectores lo recordarán como una promesa que apenas tuvo tiempo de empinarse para anunciar las alturas que el trabajo le propiciaría tocar con el impulso de su talento.

La muerte, no por inevitable, deja de ser indeseable. Tal vez cuando una ejecutoria se cumple, llega a su cenit, sea aceptable el decreto de la extinción natural. Pero qué pensar, cómo sentir cuando un joven de 36 años, se frustra y muere sabiendo que aun le faltaba todo, o casi todo por hacer. Es injusto, pudo haber dicho en el instante supremo cuando todo lo vivido se convierte en sombras.

De Eduardito no puedo hablar de otra manera, ni para anunciar su deceso impensable a cuantos vieron debutar su nombre de estudiante recién graduado y aventajado en Juventud Rebelde, y lo siguieron en Trabajadores, en Bohemia, y lo vieron en la TV, en la radio.

Eduardito me era más que un colega, un compañero de redacción. Lo vi nacer biológicamente, crecer física e intelectualmente y perseguir su vocación periodística sobre las ruedas de una inteligencia afilada, perspicaz, profunda, culta, educada en el estudio y depurada en un estilo que sobresalía por su originalidad.

Su virtud primordial podía, para algunos intransigentes, ser su defecto capital: la audacia en el análisis y en la expresión de lo analizado. Era joven, y no existe otra manera de asumir esa edad en la cual la muerte puede ser solo un destino remoto, que no sea la audacia. Ser audaz por joven y joven por audaz y creador renuente a los trillos gastados por los mismos pasos, negado a las fáciles respuestas en el trabajo y la profesión.

Así era: un par de alas anchas en sueños y posibilidades que enriquecerían el periodismo y la cultura nacionales. Cuantos lo quisimos desearíamos creer en los mitos griegos. Y aceptar que el que muere joven sea un privilegiado de los dioses. Y rogar porque los dioses lo conviertan en Ave Fénix que renazca de las cenizas de su fulminante enfermedad, esa que acostumbramos a llamar larga y penosa y que para Eduardito Jiménez fue penosa y tajante por breve e incurable.

Amigos, compañeros: ha muerto un periodista, un servidor público. Leamos esta nota con el corazón a media asta. Yo la he escrito enarbolando una lágrima por el colega, el amigo, casi el hijo que fue compañero de juegos de mis hijos, juntos a veces en la misma mesa, los mismos valores, las mismas penas y risas.

Adiós. Solo hay una manera de evocarte: siempre joven, lúcido. La juventud será tu imagen definitiva, hijo. (LS)

viernes, noviembre 16, 2007

Guananá, Cienfuegos y el repique de los tambores




Guananá, un encuentro entre promotores de rumba, comparsa y conga, regresa en su oncena edición a los predios de Cienfuegos, con el fin de fortalecer y desarrollar los ritmos afrocubanos.

Entre los días 17 y 18 de noviembre tiene lugar la cita que atrae a personalidades de la talla de Gregorio Hernández (El Goyo) quien integró el Conjunto Folklórico Nacional y es profesor del Instituto Superior de Arte, y Orlando Vergel, director de la Casa del Caribe.

Participan en el intercambio exponentes consagrados como el grupo Afrocuba de Matanzas, y las compañías folclóricas de Trinidad y Cienfuegos, además de los proyectos culturales del género que se desarrollan en las localidades.

Lo más atrayente del intercambio es la Fiesta de los cueros, con rituales y representaciones de las agrupaciones invitadas, el espectáculo El eco del tambor y la descarga musical La rumba no está completa.

Allí se presentan géneros como la Rumba, Bambú, Columbia, Guaguancó, los cantos ancestrales, relatorías contemporáneas y bailes percutidos por la energía de sus principales protagonistas en la región.

El público disfruta de estas propuestas en locaciones tradicionales como el Café Teatro Terry y el Arco de Triunfo del parque José Martí, enmarcados ambos en el centro urbano que fue declarado hace poco más de dos años Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Este encuentro anual de la música folklórica afrocubana se realiza en homenaje a Feliciano Mora Acea, conocido por Guananá, quien con su farol de sereno bailaba en las congas, y era reconocido como el rumbero mayor en Cienfuegos, fundador de las rumbas, comparsas y congas en el puerto pesquero del territorio sureño.

Con la Ceiba de los deseos

Este venerado árbol tiene connotación y simbolismo muy especiales en la vida de los cubanos.

“Tres vueltas en silencio y un deseo”. La petición será concedida si se realiza justo al pie del árbol monumental y, desde los bordes del día en que se celebra la fundación de la ciudad. Así establece la tradición y miles de cubanos, unidos a quienes no lo son, pero que no quieren desaprovechar la ocasión, lo hacen cada año.

Es la Villa de San Cristóbal de La Habana (nombre original de la ciudad) que celebra un cumpleaños y desde el primer minuto del 16 de noviembre comienza el ritual allí en El Templete, lugar donde a la sombra de una legendaria Ceiba se efectuó, según cuenta la tradición, el oficio religioso y el primer cabildo fundacional de la villa en 1519.

La Ceiba, el venerado árbol tiene una connotación y un simbolismo muy especiales en la vida de los cubanos. Ella no sabe idiomas o los sabe todos. Solo entiende el lenguaje del corazón. Con o sin oraciones, todos los hombres son sus hijos cuando van a ella. La Ceiba del Templete oye sentimientos cada 16 de noviembre, el único día del año que acepta confesiones. Las palabras se le meten por su tronco arrugado y gris. Palabras mudas que están en las manos, en las puntas de los dedos que se estiran para tocarla, en las palmadas que la saludan como si fuera un pariente, en los brazos que se aferran a ella y la abrazan, la besan.

Arabbá es la deidad africana que da vida a la savia del frondoso árbol, hermano menor del Iroko africano, árbol muy grande, de tronco cilíndrico cuya madera tiene un color que varía entre el pardo amarillento y el pardo oscuro; es venerado por los yorubas y muy considerado por su hidalguía, es por tanto Iroko, el árbol sagrado para los yoruba, los cuales reconocieron en la Ceiba su equivalente o hermano menor. Es considerado la mansión de todos los dioses, según nuestros ancestros de la madre patria africana quienes dejaron de verlo allá en las praderas del paradójicamente rico continente, cuando fueron arrancados de su suelo por los otros, hijos de la madre patria europea.

La tradición que se sigue está marcada por el sincretismo que impuso el encuentro caribeño de las culturas africana y española. Esta, la de las tres vueltas a la Ceiba del Templete está muy relacionada con las leyendas africanas de Iroko y las del orisha Aggayú Solá, unida a otra de origen español que consiste en levantarse temprano e ir a la Catedral a oír en silencio la llamada misa de los mudos.

Frente a la Ceiba del Templete, allí en La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad, han hecho fila reyes y reinas, presidentes, artistas y científicos, habaneros comunes y el Historiador de la Ciudad. Cada 15 de noviembre en la madrugada es el ritual.

La celebración se sustenta solo en las tradiciones porque la fundación de la villa se hace imprecisa por la cantidad de datos confusos que existen en torno a ello, por eso el acto público con que se celebra la fecha, hasta ahora no se ha probado lo contrario, está basado en una creencia popular y no en un hecho histórico concreto.

La Ceiba original estuvo sembrada al noroeste de la actual Plaza de Armas y para perpetuar el recuerdo de tal acontecimiento, el gobernador Francisco Cagigal de la Vega mandó a construir en 1754 una columna de tres caras que lleva en su base dos inscripciones, que aun hoy pueden leerse, en latín y en castellano, alusivas a la primera misa y cabildo.

A la extrema derecha está plantada también la Ceiba actual, la cual constituye un símbolo vivo del mundo vegetal, poseedora de un aura legendaria, y evoca la que dio origen a la construcción del monumento.

Hay mucho de tradición, algo de religiosidad y sí, cómo no, de historia también; pero sobre todo hay mucho de la fe del habanero en que logrará sus deseos y conseguirá un futuro cada vez mejor.

Démosle, pues, nuestras tres vueltas a la Ceiba y pidámosle ese deseo enorme que llena nuestros corazones.

miércoles, noviembre 14, 2007

La Villa de San Cristóbal de La Habana

San Cristóbal, santo patrón, en la catedral de la capital de todos los cubanos.

La Villa de San Cristóbal de La Habana, fue fundada en nombre de los Reyes de España. El 16 de noviembre de 1519. Su denominación surge de la fusión del nombre del santo escogido para bautizarla y del nombre por el cual se le conoció en sus primeros asentamientos, pues el nombre Habana proviene de un poderoso cacique de la zona llamado Habaguanex. Esa está considerada la hipótesis más digna y más lógica sobre el origen del vocablo que da nombre a nuestra capital, pues existen otras como que este proviene de una corrupción de la palabra haitiana “sabana”, la extensión de tierra como la conocemos; otra tesis plantea que viene de haven o gaven, que significa puerto o fondeadero.

También se dice que proviene de la palabra aruaca “abana” que quería decir “ella está loca”; haciendo referencia a la leyenda de la india Guara.

Durante el proceso de sincretismo mediante el cual las deidades africanas se asimilaron a los santos de la Iglesia Católica, San Cristóbal se sincretizó con Aggayú Solá, gigante poderoso y temido, dueño de los ríos que se precipitan desde lo alto: las cascadas y saltos de agua. Cuentan que ayudaba a cruzar la corriente, y exigía un pago por ello. Es el oricha patrón de los caminantes, porteadores y estibadores, que gusta de cargar a los niños sobre sus fuertes hombros.

Vale adentrarse entonces en el porqué nuestra capital recibió el nombre de San Cristóbal de La Habana, un santo de la iglesia católica.

En la vida de San Cristóbal se mezclan la tradición y la historia haciendo imposible su separación. Se desconoce el tiempo en que vivió, tampoco su martirio, que según la tradición padeció en el año 250. Se le atribuye esta afirmación: Antes del bautismo me llamaba Rechazado, ahora me llamó Cristóbal, el Portador de Cristo.

Se dice que por ese juego de palabras, se creó la fantasiosa historia de su vida, y posteriormente la leyenda que en la actualidad se cuenta.

Hombre enorme de gran altura, rostro terrible, dejó de servir a su rey y salió en busca del príncipe más poderoso del mundo para someterse a sus órdenes.

Se dice que un ermitaño le dijo que el patrón a quien quería servir exigía mucho ayuno y rezos; algo muy difícil para aquel hombrón. Además le sugirió que siendo tan corpulento y fuerte podría ayudar a los viajeros a atravesar el bravío río de la región, lo cual sería muy grato a Cristo. Cristóbal prometió que lo haría, sirviendo a Cristo, y se instaló en las cercanías del río. Para caminar con más seguridad por el agua en las travesías, se apoyaba en un tronco.

Según la leyenda, una noche llegó un niño pidiéndole que lo cruzara. Cristóbal lo cargó en hombros, y con su bastón entró al agua que iba creciendo y haciéndose tempestuosa; el niño se le hacía cada vez más pesado y Cristóbal creía que se moría, pero se esforzó y logró llegar a la otra orilla.

Entonces recriminó al niño diciéndole que lo había metido en un gran peligro, que pesaba tanto que si hubiera tenido que cargar al mundo entero, no tendría la espalda tan oprimida. Ahí el niño le contestó: “No te sorprendas, Cristóbal, has cargado sobre tus hombros no sólo al mundo entero sino a aquel que lo ha creado. Yo soy Cristo, el amo a quien sirves. Como señal de que mi palabra es verdad, planta tu bastón en la tierra, junto a tu choza, mañana lo verás lleno de flores y frutos”. Cristóbal lo hizo y, al siguiente día tenía una bella palma florida cargada de ricos dátiles.

En la Edad Media, la devoción a San Cristóbal tenía gran auge, mirar su rostro era signo de protección; se le miraba desde lejos por ello lo pintaban en grandes dimensiones y se colocaba su imagen en la fachada de la Iglesia; probablemente por eso la leyenda lo transformó en un gigante.

San Cristóbal se convirtió así a través de los siglos en el patrono de los transbordadores y barqueros y, al principio de siglo XX, en el de los automovilistas.

Su fiesta se celebra el 25 de julio en la liturgia católica, pero en Cuba es el 16 de noviembre, día de la refundación de la villa en 1519, cuando fue desplazada desde el sur donde se había asentado inicialmente en 1515, hacia la costa norte y, cuando por primera vez, se celebró misa y cabildo, pues como la villa fue fundada como puerto de mar entre el Nuevo y el Viejo Mundo, es lógico que los muchos marinos, aventureros, soldados, frailes, comerciantes, exploradores y viajeros en general sintieran necesidad de la protección de este santo para enfrentar las aguas turbulentas y tormentosas que separan a Cuba de tierra firme.

Probablemente esa es la razón para que la nueva villa fuese colocada bajo la advocación del santo y bautizada con su nombre.

La verdad absoluta sobre la razón para su nominación está perdida en el tiempo y la Villa de San Cristóbal de La Habana sigue siendo hoy una hermosa ciudad a las puertas del Caribe cargada de una historia inigualable entre sus palacios, mansiones coloniales, plazas, calles adoquinadas, iglesias, antiguas fortalezas y viejos muros.

Los Festivales de Habaneras revitalizan el género


Con el término de Habaneras fueron definidas, en diversos lugares, distintas formas de danzas y canciones cubanas desde siglos anteriores. El término no sólo se utilizó para definir un tipo de canción popular cubana, sino que, además también se llamaría así, fuera de Cuba, a la Contradanza y la Danza que bailaban la burguesía y la aristocracia cubana.

La primera habanera que aparece publicada apareció en el Periódico La Prensa el 13 de noviembre de 1842 titulada El amor en el baile.

Es decir, parece que había otras canciones habaneras anteriores que no se habían "puesto en música" ni publicado antes. Algunas con muy bellos textos son recogidas por la tradición oral.

Con el paso del tiempo, se le dio este nombre a la canción culta para voz y piano a principios del siglo XIX. La Habanera sigue la pauta del ritmo tango en un compás muy lento, es una canción popular cubana que los marineros, viajeros y aventureros transportaron de aquí a Europa. Se dice que la Habanera junto con la guaracha y el punto cubano surgió en los momentos en que nacía nuestra nacionalidad, a fines del siglo XVIII.

La Paloma, la más mundialmente conocida y cantada Habanera, creada por el peninsular Iradier, es la primera que define para los tiempos venideros lo que se conoce hoy como Habanera aunque el pueblo la cantaba de antiguo en formas de guarachas populares, al igual que en los puertos que mantenían relaciones comerciales con Cuba como el de Cádiz.

El sitio concreto donde fue estrenada esta obra en La Habana no es fácil de localizar pues en aquella época, estos acontecimientos y conciertos se daban mucho en salones de grandes aristócratas, en veladas privadas.

La Habanera fue muy popular. Igual que la guaracha expresó una forma muy peculiar de cantar textos sencillos asumiendo la expresión del castellano que se habla en Cuba, con sus entonaciones y acentos, con su estructura silábica, que coincidía con la estructura melódica. El ritmo acompañante era más destacado al ser ejecutado por la guitarra, sola o en dúo, resultando una canción raigalmente cubana.

Fuera de Cuba la Habanera se emparentó con la aristocracia de la música culta. Bizet creó la Habanera de la ópera Carmen estrenada en 1875. Otros compositores franceses y españoles la usaron, adaptándola. Chabrier escribió su Habanera para piano en 1895. Debussy, La puerta del vino y La soire dans Granada. Ravel, la Habanera para dos pianos en 1898, que luego fue orquestada e incluida en su Rapsodia española, y en Vocaliso en forma de Habanera en 1907. Raúl Laparra hizo una ópera de nombre La Habanera.

La usaron Fauré, Saint Saens: también Albeniz y Falla así como muchos de los compositores de zarzuelas como Luisa Fernanda, Cádiz, Alma de Dios, Don Gil de Alcalá, Marina, etc. La Habanera se utiliza hasta en una opereta norteamericana de Víctor Herbert titulada Natoma.

En la época de oro de la Habanera, Caruso y Emilio de Gorgonza grabaron la Habanera A la luz de la luna que sonó en todo el mundo.

En 1890, el compositor cubano Eduardo Sánchez de Fuentes, compuso la Habanera , que fue el primer tema que Cuba exportó a todo el mundo.

¿Y qué sucedió en Cuba con la Habanera? La Danza, para bailar, se convirtió en Danzón, y la canción Habanera, fue siendo sustituida por el bolero, la criolla y otros géneros de canción cubana.

Al parecer Roig, Lecuona, Matamoros, Anckerman y otros pocos compusieron algunos temas denominados como Habaneras hasta que el género se olvidó.

Actualmente, la Habanera en España es un género vivo, se celebran varios festivales y concursos anuales donde las Habaneras, siguiendo la pauta marcada por Iradier en La Paloma, son protagonistas. En el tradicional concurso de composición de música popular que se celebra cada año en Bilbao existe un premio especial a la mejor Habanera inédita presentada.

En la actualidad se hace un esfuerzo por recuperarla en el Festival de Habaneras de La Habana donde con la intención de revitalizar el género, se celebran concursos de composición e interpretación y se han logrado algunas de muy buena factura pero no se ha logrado su total promoción y divulgación.

En el siglo XX sólo se divulgaron y alcanzaron gran fama las habaneras Veinte años, de María Teresa Vera y Mariposita de primavera de Miguel Matamoros. Otras como La Rosa Roja, de Oscar Hernández, pronto se le cambió el ritmo al interpretarse como bolero por casi todos los trovadores. En el Movimiento de la Nueva Trova se conoció una bella composición de Silvio Rodríguez titulada En el claro de la luna, que resulta una habanera contemporánea con los valores de la tradición más definidos.

A estas tierras que baña el Caribe, los españoles no sólo aportaron sus genes, su religión, sus organizaciones sociales, su cultura y sus costumbres, sino que además realizaron un mestizaje cultural perfecto. Quien tenga posibilidad de conocer la vida cultural de Cuba en los dos últimos siglos comprobará que el mestizaje hispano-africano en el Caribe hizo surgir una nueva música con las mejores esencias de ambas.

Mi Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad

Andar por La Habana Vieja es como viajar en una máquina del tiempo durante casi cinco siglos.

La Habana Vieja, zona más antigua de la ciudad, es sitio de visita obligatoria en la capital de todos los cubanos, próxima a cumplir sus 488 años de fundada. Ella alberga casi un millar de edificios, los más antiguos se remontan al siglo XVI, donde todavía quedan restos de las murallas que durante dos siglos la protegieron con un cerco de piedras y la configuraron como un recinto militar defensivo.

La otrora Villa de San Cristóbal de La Habana, formada a partir del puerto, el centro oficial y la plaza de Armas, dicen que se asemeja a Cadiz y Tenerife. Esta “ciudad de las columnas", al decir de Alejo Carpentier, también puede ser llamada ciudad de las rejas o de los portales y concentra el mayor número de edificaciones históricas del país.

En La Habana Vieja tienen asiento las fortalezas, los grandes monumentos antiguos, los conventos e iglesias, los palacios, las callejuelas, los soportales de existencia secular, lo que la convierten en el conjunto colonial más rico de América Latina.

Su conjunto arquitectónico y su sistema de fortificaciones poseen reconocimiento internacional porque son representativos de un tipo de estructura que ilustra una etapa de la historia americana y constituye ejemplo excepcional de un asentamiento humano tradicional representativo de una cultura, vulnerable bajo los efectos de modificaciones o cambios irreversibles.

Este bien cultural se mantiene habitado y en su espacio tienen lugar numerosas funciones sociales, comerciales, administrativas y culturales. Igualmente mantiene la homogeneidad ambiental y las construcciones de mayor valor cultural son restauradas armoniosa y expresivamente a través de la permanencia de la trama urbana original y de los aspectos formales básicos del conjunto.

Dentro de lo que fuera el antiguo recinto amurallado existen edificaciones de destacado valor arquitectónico en los alrededores de la Plaza de la Catedral, la Plaza de Armas, la Plaza de San Francisco y la Plaza Vieja fundamentalmente.

Además, al carácter excepcional de esta urbe se une la posición de la bahía como ruta obligada del Nuevo Mundo, de ahí la necesidad de su protección militar, por lo que la ciudad en época colonial contó con tres sistemas defensivos que, desde el punto de vista arquitectónico, alcanzan un gran nivel estético y funcional.

Para el visitante es una acción imprescindible caminar por sus calles y callejuelas empedradas, visitar sus fortalezas, edificios, monumentos, museos, iglesias, mansiones, casas señoriales y plazas, disfrutar sus techos coloniales, vitrales, rejas, balaustradas y balcones entre una asombrosa mezcla de estilos de varios siglos.

La Habana Vieja es el reflejo de una mezcla de arquitecturas y el testimonio de diferentes épocas invasoras: corona española, británicos, franceses y norteamericanos. Esas características convierten a La Habana Vieja en el Centro Histórico Urbano más ecléctico y relevante del área caribeña, y uno de los más notables del continente.

El Centro Histórico Urbano de la ciudad de La Habana y su sistema de fortificaciones se encuentra bajo protección legal y jurídica de diversas leyes como son la Ley de Protección al Patrimonio Cultural, Ley de los Monumentos Nacionales y Locales y la Resolución No. 3 de la Comisión Nacional de Monumentos que declara al Centro Histórico de la antigua villa de San Cristóbal de La Habana Vieja, provincia Ciudad de La Habana, como Monumento Nacional.

Todo ello es muestra de que el Estado cubano realiza enormes esfuerzos para conservar y restaurar La Habana Vieja, función que realiza mediante la Oficina del Historiador de la Ciudad.

La UNESCO aportó su granito de arena ala relevancia de este Monumento Nacional cuando incluyó al Centro Histórico de La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones coloniales en la lista del Patrimonio Mundial, aprobada en la 6ta Reunión del Comité Intergubernamental de la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural celebrada en diciembre de 1982 en su sede de París, Francia.