La ciudad de La Habana es una ciudad histórica enclavada en un mundo modernizado al que se adecua de la mejor forma posible y con un carácter único, especial. Es mi Habana una ciudad colonial, ecléctica que muestra lo mejor del esplendor vivido en tiempos ya lejanos y la complejidad de los tiempos modernos. Ayer y hoy conviven en sus calles, su arquitectura, sus comercios, sus parques y plazas, sus gentes y su espíritu.
Por encima de los tiempos, los lugares míticos en los que persiste toda la esencia de la ciudad que hoy conocemos, y sin los cuales, dejaría de existir como tal. El malecón, la gran bahía y sus leyendas de corsarios y piratas, ocupan un sitio muy particular. El colorido y la música que impregna la ciudad, junto con el carácter de sus moradores, dan los últimos toques a ese cóctel único que forma la ciudad. Porque al fin y al cabo, el corazón de la ciudad es el corazón de sus gentes y estas son el resultado de un cruce de culturas entre lo español, lo americano y lo africano, un extraño ajiaco al que también se han sumado, lo haitiano-francés, lo chino y hasta lo alemán.
En esta ciudad que respira vida y que vive también para disfrutar de ella existe un lugar muy peculiar: el parque Maceo del malecón habanero, donde se yergue nuestro Titán de Bronce con el machete desenvainado y en actitud de ordenar el inicio de la carga contra una caballería enemiga. A sus espaldas, el mar abierto, azul, inmenso.
Maceo parece, en efecto, ordenar una carga al machete, gesto que nos recuerda constantemente su hidalguía, su valor y su importancia en nuestras guerras independentistas.
Antonio Maceo Grajales nació en Santiago de Cuba, el 14 de Junio de 1845. Y desde temprana edad se incorporó a la Guerra de los Diez Años como soldado y por sus méritos en combates, alcanzó el grado de Mayor General a las órdenes de Máximo Gómez. Cuenta en su hoja de servicios con más de 800 acciones militares y 26 cicatrices.
Maceo fue el más grande estratega militar de nuestras gestas independentistas, por su valor, inteligencia, capacidad política, personalidad y táctica empleadas, todo esto demostrado en numerosos combates, de ahí que se le denominara el Titán de Bronce.
Murió Maceo en combate el 7 de diciembre de 1896 en Punta Brava, en la provincia de La Habana; y sus restos descansan en un lugar situado en las afueras de la ciudad: el Cacahual.
La majestuosidad del parque que honra su memoria en el malecón habanero es verdadero reflejo de cuán admirado, respetado y amado por los cubanos es este paladín de la independencia de nuestro pueblo.