viernes, noviembre 02, 2007

Acercamiento a la escultura de Thelvia Marín Mederos

Monografía realizada por la museóloga e investigadora Nieves Leonard


El libro es de obligada referencia en el contexto de la plástica cubana.

POR JESÚS RISQUET BUENO

El Festival Universitario del Libro y la Lectura, proyecto patrocinado por el Instituto Cubano del Libro y la Unión de Jóvenes Comunistas, trae a las manos de los jóvenes numerosos textos de gran interés e importancia como es el caso de este que nos ocupa, libro de gran aceptación en los institutos de arte, dedicado a las artes plásticas, en especial a la creación de una escultora cubana.

La escultura de Thelvia Marín Mederos es algo vigoroso, una nueva realidad estética salida de las manos de una mujer con diferentes estilos, símbolos y una especial relación conceptual formal.

Thelvia Marín: las claves de su escultura es el título de la monografía que la Master en Historia del Arte Nieves Leonard Pie regala a los estudiosos, especialistas y seguidores admiradores de la obra de Marín en general.

Leonard nos invita y convoca a incursionar en la obra de esta excepcional mujer de cuyo talento han brotado formas geniales cargadas de un profundo simbolismo, fortísimas raíces populares y mucha modestia, sinceridad y originalidad.

La Master, museóloga e investigadora Nieves Leonard nos ayuda a captar la pasión, las emociones, la asociación de sensaciones que Thelvia nos transmite en su obra.

El libro nos permite conocer cómo piezas monumentarias, ambientales, íntimas, seriadas y hasta deliciosos poemas escultóricos han emergido de las laboriosas manos de la artista cubana como una constante experimentación en el contenido y en las formas.

En las páginas de su texto Leonard destaca la importante contribución de Thelvia Marín al desarrollo de las artes plásticas, la literatura y la música.

Con su lenguaje sencillo y un contenido muy bien dosificado la autora nos conduce por la extensa creación de la artista. El acercamiento a la producción monumentaria de esta siempre bella mujer, desde sus primeros pasos en los años 40, hasta las creaciones más recientes, abarca una notable parte de la obra en la que se realiza el recorrido por las piezas talladas en mármol, la creación en bronce y la piedra pulida.

El lector conoce de su producción durante los primeros años de la Revolución en la escultura conmemorativa. La autora, como una especie de narradora testigo nos lleva a conocer El Indio Hatuey, símbolo de rebeldía y resistencia, primera obra de Thelvia emplazada fuera de Cuba, en el año 1974.

Descubrimos el Monumento a Serafín Sánchez que desde 1980 rutila en Sancti Spiritus, la más grande escultura de bronce fundida en Cuba en aquella época.

A medida que la lectura avanza la investigadora nos pone en contacto con la ejecución de otros conjuntos monumentarios como son la histórica Colina Lenin, realizado en 1984 junto al arquitecto Orestes del Castillo e igualmente se destaca Camilo en Yaguajay, de 1987, en Villa Clara, cuyo diseño espacial fue concebido por el arquitecto Pedro Pérez Argudín; obra que evoca la idea de la montaña al mar, en sublime alusión al Señor de la Vanguardia.

Tanto el Monumento a Serafín Sánchez como la Colina Lenin son en la actualidad “monumentos nacionales”.

Otras piezas conmemorativas de Thelvia Marín son Tríptico de Maceo, Monumento a Panchito Gómez Toro, Reemberto Abad Alemán y el Monumento a Faustino Pérez, quien fuera su compañero de la lucha clandestina durante la difícil década de los años 50 en Cuba.

En sus apuntes Nieves manifiesta que en esas obras está la inspiración poética complementando la visualidad plástica, pues dedicado a Maceo Threlvia escribió el poema Raíces, para la obra de Panchito Gómez el poema Pasos y para el monumento de Yaguajay el poema Camilo; todos ellos inspirados por el profundo amor y admiración a los grandes de la Patria.

Leonard Pie también destaca la vocación martiana de la artista cuando se refiere a su serie temática: ocho bustos y tres cabezas de Martí destinados a varias sedes diplomáticas cubanas; tres murales dedicados al apóstol en la capital y el Monumento a José Martí en la Universidad para la Paz en Costa Rica (UPAZ).

En el año 1989 Marín creó el Monumento al trabajo, el desarme y la paz que le valió ser incluida en el libro Escultores costarricenses (1973-1990). También creó La Santísima Trinidad, San Martín de Porres y La Virgen de los Ángeles.

La excelente monografía también hace referencia a la escultura ambiental de Thelvia Marín: Bailarín, Pacartus, Los Íremes, La Fuente de Yemayá, Estudio, Los delfines, Las Gaviotas, Estrella de mar, Concha marina, Peces, Hipocampo, Güije, Para Leda en azul, El jardín, Sol, Fuente de la Herminia, Los golfistas, Cobos, Cibucán, Dujo y muchas otras engrosan la larga lista de obras desplegadas por toda la Isla.

Nieves hace referencia en forma muy amena y didáctica a su producción escultórica para galerías de pequeño, mediano y gran formato: Mujer, Maternidad, Alicia Alonso, Platero y yo, Corazón de Piedra, Morongó carabalí, Mujer de agua dulce; Las manos…

El texto, que fuera presentado en la pasada Feria Internacional del Libro de La Habana, a cargo de la casa Ediciones Extramuros, es ya de obligada referencia en el contexto de la plástica cubana y una herramienta para el acercamiento a la plenitud de la obra de Thelvia Marín, a sus innovaciones artísticas, búsqueda de lo nuevo y apropiación de las formas; porque ella, como ningún otro artista de la plástica antillana logra una especial simbiosis entre la literatura, la música y la escultura.

Nieves Leonard Pie logra transmitir las claves de la escultura de Marín Mederos con una relevante técnica documental y evocativa, enriquecida con más de una veintena de imágenes ilustrativas.

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