El Ballet Nacional de Cuba celebrará su cumpleaños 60, poca edad si lo comparamos con el ruso Bolshoi, La Scala de Italia o la Ópera de Paris, pero suficiente para marcar con creces su mayoría de edad.
Bien podemos decir que este aniversario es también un merecido tributo a una de las más grandes ballerinas del mundo, nuestra Alicia Alonso, fundadora y directora general de la compañía cubana.
Llamado originalmente Ballet Alicia Alonso, siendo ella su bailarina principal, quedó establecido en el año 1948 y desde entonces no ha cesado su ascenso hacia la perfección y la gloria universal.
El pueblo cubano, ávido de cultura y del más supremo arte, ama el ballet clásico y por ello acude en multitud a cada una de sus presentaciones, porque el cubano es un auditorio verdaderamente conocedor que sabe apreciar el calor del ballet como arte. Claro está que ese gusto se inició con la labor de Alicia Alonso, labor que ha tenido su continuación con las siguientes generaciones de bailarines cubanos cuya técnica está permeada de una innata dulzura y un humano lirismo emanados de la concepción danzaria de la gran primera ballerina internacional.
Reconocidas son las casi perfectas interpretaciones del BNC que tan naturalmente emplea el lenguaje del ballet clásico de un modo tan fresco y lozano que parece novedoso a pesar de la prolongada y conocida existencia de piezas como Giselle, Cascanueces, Coppelia o El Lago de los cisnes.
No en vano con un continuo trabajo y una calidad en constante mejoramiento la compañía cubana es considerada una de las mejores y en ello tiene mucho que ver el trabajo de Alicia y Fernando Alonso, quienes contribuyeron a forjar el incomparable estilo de la escuela cubana de ballet, elemento que puntualiza los estándares técnicos internacionales bebidos e los mejores del mundo con el espíritu cubano, mezclado con nuestras raíces africanas y españolas evocando una sensualidad antillana auténtica y natural.
Tras cada una de las presentaciones del BNC, la crítica se muestra generalmente favorable y no deja de reconocer que los bailarines cubanos despiertan una especial simpatía en el público por su disciplina, su porte hermoso y la fuerza en la interpretación danzaria.
Como en todos los aniversarios vale la pena echar una mirada atrás al camino recorrido, hacer un análisis de lo logrado en esas seis décadas. Aunque la compañía nació en 1948, debemos señalar que la escuela cubana de ballet tiene su conformación definitiva con el triunfo de la Revolución Cubana, pues hasta entonces todo lo que se había hecho era a veces con esfuerzos heroicos, no carentes de éxito, pero que no siempre podían culminar por razones diversas, entre ellas el elemento financiero y los tabúes existentes.
La Academia de Ballet Alicia Alonso surgió en 1950 como una necesidad de la compañía profesional para asegurar su cantera.
La estancia de los Alonso en la URSS entre 1957 y 1958 les permitió enriquecer sus experiencias. Estudiaron de cerca la metodología de la escuela soviética sumándolo a sus conocimientos de la metodología de la escuela italiana y la del American Ballet. Todo ello contribuyó a la formación de la escuela cubana de ballet que luego fue adquiriendo sus propias características, escuela que echa por tierra los falsos criterios de racismo y otros tabúes que sobre el ballet existían.
El ballet nacional de Cuba integra todas las razas con gran naturalidad y en sus filas todos interpretan todos los papeles y todos los estilos.
Llega entonces nuestro Ballet a sus 60 años con magníficos intérpretes de calida, quienes se presentan como una agrupación homogénea, con capacidad para manejar la técnica más exigente y con interesantes posibilidades interpretativas como resultado de su disciplina constante, su entrega y entrenamiento perenne. Por ello la compañía aborda el espacio para finalmente apropiarse de él mostrando siempre sus excepcionales posibilidades artístico danzarias.
Dicen los expertos que la formación de bailarines brillantes parece ser la norma del BNC porque de forma regularproduce estrellas internacionales como Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Viengsay Valdés, Joel Carreño, para señalar algunos entre los más reconocidos en los últimos años.
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