sábado, agosto 06, 2005

El coloso orgullo de la ciudad





Pocas personas conocen que en el terreno que ocupa el Capitolio de La Habana, existió una ciénaga, dragada y convertida, a mediados del siglo XIX, en el primer jardín botánico que tuvo La Habana.

La ejecución de ese monumental emporio estuvo sujeta a demorados plazos por su elevado costo y a las indecisiones políticas. En marzo de 1926, arrancó de una vez la construcción pese a que, años antes, habían echado sus cimientos.
Se inauguró el jueves 20 de mayo, con la presencia del presidente de la República y el cuerpo diplomático acreditado en la Isla en aquella época.

Bajo la dirección artística y técnica del arquitecto, Eugenio Raynieri Piedra, se ejecutaron los planes definitivos con un equipo integrado por ingenieros y arquitectos cubanos como él.

Sobre una superficie de 388 700 metros cuadrados, con 25 mil metros cúbicos de piedra de capellanía tres y medio millones de pies de madera, 150 mil barriles de cemento y cinco millones de ladrillos; la casa constructora Purdy Henderson levantó el impresionante inmueble en apenas 3 años y 2 meses; el cual tuvo un costo cercano a los 17 millones de pesos, equivalentes a la misma cantidad de dólares. Solamente para la decoración en yeso fueron necesarios 40 mil sacos de yeso y 400 obreros.

La cúpula renacentista del Capitolio de La Habana, quinta en el mundo, se destaca por sus proporciones y siluetas, nos recuerda a la Basílica de San Pedro, en Roma. Ella es el segundo punto más alto de la ciudad, precedido por el Monumento a Martí en la Plaza de la Revolución.

Su pórtico central, está soportado por 17 columnas jónicas de granito, donde se destacan, tres grandes puertas de bronce las cuales dan acceso a la planta principal y los bajorrelieves o metopas del escultor italiano Angelo Zanelli.


Del Capitolio de La Habana parte el kilómetro 0 de todas las carreteras del país. Fue diseñado para que allí funcionaran las dos cámaras del cuerpo legislativo de la República, que sesionaron hasta finales de la década del cincuenta. El monumental edificio alberga en su interior cien relojes y en la actualidad es la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.


La estatua de la República de Cuba, inspirada en una modelo habanera, creada también por el escultor italiano Angelo Zanelli y que ocupa el tercer lugar en el mundo de las más altas bajo techo, fue instalada en 1929, en el Salón de los Pasos Perdidos, formado por la gran rotonda bajo la cúpula y las dos salas con techos en bóveda de cañón erguido.


Esta majestuosa escultura de bronce laminado en oro de 22 kilates, mide alrededor de 17 metros, incluyendo su base de mármol ónix antiguo egipcio. Solamente el Buda de Oro de Nava, en Japón, y el Memorial Lincoln, en Washington, superan la altura de nuestra colosal estatua.

El capitolio de La Habana siempre atrae la atención de nacionales y extranjeros, interesados además en posar frente a verdaderas reliquias fotográficas en sus trípodes, las cuales permiten perpetuar en una imagen el recuerdo del edificio, porque artistas del lente proliferan por los alrededores, prestos a acudir a los reclamos de los paseantes y manipular con profesionalidad sus equipos que encierran la huella de varias decenas de años.

El Capitolio de La Habana abre sus puertas a la visita de miles de turistas y nacionales, quienes llegan a él atraídos por la majestuosidad de sus salones con muebles y ornamentos de las más diversas épocas y estilos.