lunes, junio 27, 2005

El Bolero está de fiesta en Cuba


El siempre vivo género del bolero está de pláceme en la Isla. Desde hace varios días el bolero ha tomado por asalto las más disímiles pistas y escenarios para hacer las delicias de sus eternos románticos seguidores de siempre.

Cantando a la vida,, al amor con sus altas y bajas, a los más nobles sentimientos, figuras nacionales e internacionales ofrecen su maestría bolerística dentro del marco del Festival Internacional Boleros de Oro que organiza la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Género cantable y bailable, el bolero cubano se considera precursor y diferente de su homólogo ibérico del que sólo conserva la nomenclatura.
El bolero surgió en el último tercio del siglo XIX en la trova tradicional de Santiago de Cuba y su más temprano cultor fue José (Pepe) Sánchez (1856-1918), quien trazó los perfiles formales y estilísticos del cancionero trovadoresco y nos dejó la primera síntesis vocal de la música cubana que traspasó fronteras y mantiene su permanencia inagotable en el bolero.

Varias son las sedes del suceso, pero innegablemente, los sitios más álgidos son el majestuoso Teatro Karl Marx, el legendario teatro Mella de la capital y el acogedor complejo cultural Dos gardenias. Allí concurre lo mejor del bolero cada día, haciéndole bravata al inexorable reloj.

Dos gardenias es el título de un famoso bolero compuesto por una gloria de la música cubana: Isolina Carrilllo, canción registrada el 23 de abril de 1947, de la cual su autora confesó en una ocasión: "Dos Gardenias con sus incontables grabaciones y versiones, es algo más que un éxito comercial o de popularidad. Es un pedazo de mi vida"

Dos Gardenias se convirtió en una especie de himno en muchos países, especialmente en España y México, donde alcanzó el Premio Ariel, en 1952, por mantenerse durante dos años, en el primer lugar de preferencia.Muchos se preguntan por qué una canción puede mantenerse en el gusto popular durante tantos años. En el caso de Dos Gardenias, como afirman críticos literarios, su texto no posee alto vuelo poético. No cabe duda, entonces, que la permanencia de esa canción, descansa en su melodía.
El bolero nace como una canción para serenatas y que se mantuvo así hasta los años 1927-28, cuando el Sexteto Habanero y el Trío Matamoros impulsaron el bolero-son, una modalidad que consistía en empezar tocando un bolero en tiempo lento, pasando luego al ritmo más rápido del son. A este elemento rítmico le llamaban el montuno, el cual fue vital en la popularidad que alcanzó el bolero como baile en la siguiente década.
La contribución de Cuba al bolero latinoamericano es innegable, no sólo por la influencia del danzón que, como explica Alejo Carpentier, aporta el compás y el baile de la pareja abrazada, sino también por los boleros inolvidables que nos legaron los compositores e intérpretes cubanos, y que en estos días penetran en los oídos, en los recuerdos y alimentan la nostalgia de los amantes de este imperecedero fruto de la delicadeza y la armonía de nuestro pueblo.

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