martes, abril 08, 2008

En exhibición grabados del Templo de Apolo Epicúrio

Hasta el próximo 26 de mayo la muestra Grabados del friso del Templo de Apolo Epicúrio podrá ser apreciada en el Museo Nacional de Bellas Artes de nuestra capital. La muestra está compuesta por 23 calcografías y tres vaciados en yeso que reproducen el arte escultórico griego del período clásico.

Basados en los primeros dibujos realizados por el artista alemán Martin von Wagner, a tan importante monumento de la arquitectura helénica, que fuera erigido en el Monte Cotilo en Figalia. Las piezas exhibidas constituyen un ejemplar completo de grabados romanos de principios del siglo XIX.

Los 23 bloques que conforman el friso milenario recrean tres de los temas preferidos por los escultores griegos de todos los tiempos: la Amazonomaquia heracliana y troyana y la Centauromaquia, acciones bélicas que a través del yeso y el papel transportan al público cubano a los cimientos de esa cultura primigenia.

Sobre la belleza de este templo dejó constancia Pausanias, luego de su visita. Se ha establecido que el templo de Basas data del año 450 ANE a principios del siglo IV ANE. Obra del arquitecto Ictino, el arquitecto más conocido de la Grecia clásica, enmarcada en los trabajos de reconstrucción del templo anterior, de alrededor del año 500 ANE. Pausanias señala que el sobrenombre de Epicurio se debe a la ayuda recibida del dios Apolo cuando la peste asoló Figalia cuando la guerra del Peloponeso.

Para ofrecer una exacta idea del tamaño y la textura de los bloques, además del realismo de los combates, son exhibidos tres vaciados en yeso los cuales forman parte de la colección del Instituto Winckelmann de Berlín, cuyos originales en mármol se encuentran en el Museo Británico de Londres.

El templo Apolo Epicúrio fue construido para honrar al dios sanador Apolo y es único, entre los templos griegos, por su orientación de Norte a Sur. La imagen de bronce del dios, de unos 3,5 metros de altura fue llevada a Megapolis desde Figalia, para adornar el templo de Apolo de aquella ciudad, pero en tiempos de Pausanias, del templo sólo quedaban las columnas.

Es un edifico períptero de apariencia arcaica; sus columnas pertenecen a los tres órdenes arquitectónicos: jónico, dórico y corintio; y mezcla ingenuamente innovaciones originales de arcaísmos arquitectónicos, que hacen de este un diseño conservador y revolucionario a la vez.

El templo permaneció ignorado durante siglos hasta que en 1765 sus ruinas fueron descubiertas por un arquitecto francés. En 1811 otro arquitecto, británico, descubrió el friso que compró a precio de ganga y lo vendió al Museo Británico.

Esta reciente entrega del Museo Nacional de Bellas Artes rinde homenaje a Martin von Wagner en el aniversario 150 de su fallecimiento.

No hay comentarios.: