La intelectualidad cubana asume dolorosamente la pérdida de Rufo Caballero, uno de los más lúcidos y brillantes exponentes de la crítica y la investigación cinematográfica y audiovisual en nuestra Isla.
Su corto paso por la vida no fue impedimento para que se convirtiera en uno de los más jóvenes doctores en Ciencias sobre Arte en la Isla, prueba fehaciente de su amor por la investigación y el desarrollo del pensamiento.
Rufo se destacó por sus análisis sobre diversas facetas del arte en medios y revistas tan diversas como el Caimán Barbudo, la Gaceta, Unión, la Letra del Escriba o publicaciones periódicas como el diario Juventud Rebelde.
Sus criterios, lejos de cualquier paternalismo nos llegaban siempre acompañados de profundos razonamientos teóricos, de ideas apuntaladas con el conocimiento de quien dedicó una vida al estudio y debate de las más diversas tendencias del mundo de la creación.
Muy pocos temas le fueron ajenos a este erudito, al reflexionar lo mismo sobre artes plásticas y ballet que para acometer un examen de una puesta en escena o un producto audiovisual. Y es que si se tuviéramos que señalar un aporte del crítico a la conformación del pensamiento cultural de la nación sería la aguda visión que tuvo para introducirse y emitir valoraciones sobre zonas complejas como el cine negro, la poética del director Humberto Solás o el séptimo arte en Latinoamérica.
Como docente su carrera también fue meritoria, porque como profesor titular de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana o en diversos cursos, supo entablar puentes de intercambio de ideas con los estudiantes.
Durante la última edición del Festival Internacional de Cine Pobre Humberto Solás, ofreció una conferencia donde ante la mirada atónita de todos confesó, entre risas, su pasión por el deporte.
Su aparente postura de serio intelectual ocultaba a un Rufo que, como buen cubano, era amante y bailador de la música popular bailable como Van Van o la Charanga Habanera.
Así de sencillo y complejo era nuestro Rufo, de complexión rolliza y amplio diálogo, quien más allá de títulos y premios supo ganarse desde la página de un libro, una revista o un espacio de crítica televisiva, un lugar en la vida cultural de Cuba y en nuestros corazones.
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