Parecía como si la parte histórica de La Habana Vieja retomara el aspecto que legó para la posteridad el pintor Víctor P. Landaluce con los pintorescos personajes asumidos por los negros esclavos que acudían cada seis de enero a la Capitanía General de la colonia a recibir dádivas de los amos.
Integrantes del cabildo Kuisikuaba, de la compañía de danzas folclóricas JJ y de la comparsa El Alacrán protagonizaron la antigua costumbre de recorrer los principales espacios públicos de la vieja ciudad.
Los caminantes y bailarines, acompañados de toques pertenecientes a las deidades de origen africano, partieron de la Plaza de San Francisco de Asís y recorrieron la Plaza de Armas para concluir en la Plaza Vieja, donde el grupo Los Nanis ofreció un concierto de música afrocubana, para beneplácito de todos.
Esta procesión era como un símbolo de la diversidad étnica y cultural de la nacionalidad cubana, porque todos mezclados, blancos, negros, mulatos y sus combinaciones inimaginables, como dijera el poeta Nicolás Guillén, bailaron y se divirtieron en un homenaje a los ancestros y de buenos augurios futuros.
Turistas extranjeros que recorrían esa zona de la capital cubana, se sumaron al divertido gentío para apreciar las evoluciones danzarias y los varios toques de tambores que se hicieron en concurridas intersecciones de calles y parques de La Habana Vieja.
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