sábado, noviembre 20, 2010

Thelvia Marin Mederos, Ego sum qui sum

Por Msc. Nieves Leonard Pie

El libro sobre escultura, pintura, poética de la artista plástica, escritora y promotora cultural, alumna predilecta del escultor Teodoro Ramos Blanco, en la Academia San Alejandro, Thelvia Marín Mederos, muestra la génesis de su motivación por la experimentación constante. Así como también la influencia legitimada en sus obras con audacia y contemporaneidad de la influencia académica de Leopoldo Romañach.

Ego sum qui sum “Yo soy quien soy” (en castellano), es un volumen compilatorio de ciento setenta y nueve páginas y doscientas cincuenta fotografías en blanco y negro y en colores, patrocinado y avalado por el escudo y el logotipo del Gobierno de Canarias, quien expresa el reconocimiento a la obra de la autora.

Este libro asume, con toda intención un discurso biográfico controvertido y atemporal. No es un libro de arte, en su formato tradicional. Con criterio posmoderno y como lo expresa la artista; su estructura responde a la de una crónica periodística, que refleja en escultura, pintura y literatura, el convulso y contradictorio mundo del siglo XX y el transcurso del XXI, en obras que abarcan de lo histórico a lo subjetivo; de lo colonizador a lo colonizado; de lo devoto a lo irreverente; de lo figurativo a lo abstracto; a nivel planetario; cuyo fin es invitar al lector a recorrerlo desde su propio camino. Detrás de este trabajo -hay que decirlo- se evidencian seis décadas de incesante laboriosidad de esta singular mujer.

Esculturas y lienzos de variados formatos expuestos en colecciones privadas e instituciones de Cuba y el mundo; conjuntos tridimensionales monumentarios, ambientales y conmemorativos emplazados en los cinco continentes; así como una pródiga literatura y composiciones musicales compuestas para diversas representaciones y performances, se muestran en esta crónica de arte, agrupados, en una secuencia que engloba las siguientes temáticas, bajo la clasificación de: "Cabezas"; "Martí"; "Canarias"; "Ambientales"; "Monumentaria"; " La Casa de Nadie"; "Pequeño y Mediano Formato"; para culminar con las obras pictóricas, en natural coherencia dentro de sus páginas; junto a confesiones de la creadora y consideraciones críticas de prestigiosos intelectuales cubanos y foráneos.

A partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, ella simultánea el uso de un lenguaje figurativo con búsquedas formales más osadas y la utilización de novedosos materiales, alternando así la escayola, la terracota y la marmolina; con la piedra, el mármol, la cerámica, el bronce, el hierro y las técnicas mixtas, para la realización de piezas que involucran retratos escultóricos, fruto en su mayoría de encargos sociales sobre personajes de la vida pública como .Miguel Gabriel (1950) pionero de la radio en Cuba; fundador de la CMQ : el Dr. Carlos J. Finlay (1956), descubridor del mosquito transmisor de la fiebre amarilla; el poeta Gustavo Sánchez Galárraga y la excelsa bailarina Alicia Alonso (1957).

Paralelamente incursiona en el complejo mundo de las ambientaciones en exteriores, con el: mural abstracto Bailarín para la antigua Academia Militar del Caribe (1957); el estilizado Parcartus (1978) de un parque en la provincia de Las Tunas y las imágenes de cultos sincréticos como Los Íremes y La fuente de Yemayá (1982) en el pueblo de Regla. En esa misma década recrea escenarios del universo marino en entornos hoteleros de la isla, donde aparece el. Hipocampo (1985) en la Villa Turística habanera El Salado; Las Gaviotas (1986) del Hotel Colony en Isla de Pinos; o los Delfines (1999) del Hotel Bellamar en Varadero.

Coleccionistas de Islas Baleares; Canarias, Barcelona, Japón, Costa Rica y museos, galerías, y otros tantos espacios públicos y privados, atesoran y exhiben piezas de temas variados de la Thelvia Marín y formas que patentizan su dedicación hacia una poética arqueológica basada en las culturas indoamericanas y caribeñas; y sobre la historia más reciente, devenida en referente de excepcional valor investigativo y estético. Entre sus esculturas, El Indio Hatuey (1974) en la Plaza Indoamérica de Ecuador le valió la designación de Huésped Ilustre de Quito y el Monumento a Serafín Sánchez (1980) general de las gestas independentistas, constituyó en su momento la más grande escultura de bronce fundida en la isla. Es autora de tres obras que son " Monumento Nacional".

En la misma vertiente cobran vida el Poema Escultórico- Pictórico - Literario-Musical, La casa de Nadie (1987) y realiza su serie de esculturas neotaínas, junto a la publicación de sus libros sobre la misma temática, Rezo a los Cemíes y Entrevista con Cuatro Dioses (1997), a las que se incorpora en 1998 El Mundo en la Mano, marcando un hito en el polifónico discurso creativo que anima buena parte del sustrato de su creación.

Su voluntad expresiva con contenidos sobre el amor, la mujer, la maternidad, la naturaleza y la cultura, se han manifestado en íntima relación con ese quehacer plástico, poético y narrativo que desde muy joven desarrolló con éxito. Las esculturas Mujer (1949), Gory (1953) Maternidad (1955), Platero y yo (1962) o sus Libélulas 1y 2 (1987), son fuente de inspiración de los poemas Razón de ser; Niña, Presencia, Danza e Hijo, este último dedicado al segundo de sus hijos: el trascendental pintor cubano Rogelio López Marín (Gory).

Una faceta de marcado patriotismo que merece un destaque especial, es su profunda convicción martiana. Así se agrupan las diferentes obras dedicadas a José Martí a lo largo de su trayectoria artística, en los capítulos de este libro "Martí"; y "Canarias", donde aparece la madre del apóstol, Leonor Pérez Cabrera, en múltiples imágenes escultóricas. Pudiéramos hablar de una serie de obras martianas, abordadas desde diversos ángulos de su historia, con una indudable coherencia conceptual.

Con Abdala (1958) inicia esa arista de su producción en función del homenaje al apóstol en el contexto de la escultura monumentaria y la literatura., concretándose la mayor parte desde finales de la década del 70. En 1978 realiza ocho bustos y tres cabezas destinadas a once sedes diplomáticas: y entre 1983 y 1984 ejecuta en La Habana tres murales para instituciones científicas.

A partir de 1987 y por una década la artista emprende sus obras conmemorativas de mayor envergadura y trascendencia, en tierra costarricense. Primero, realiza el: Monumento a José Martí; y a continuación el Monumento al Trabajo, al Desarme y la Paz (1989), ambos para el Campus de la Universidad para la Paz (UPAZ) Organismo creado por la ONU , en Costa Rica. Éste es el conjunto monumentario más grande de los cinco países de Mesoamérica y uno de los mayores del mundo dedicados a la PAZ. En su condición de catedrática de la Universidad Nacional de Costa Rica; como asesora del Proyecto de Investigación sobre Cosmogonías Costarricenses y del Área publica ensayos temáticos, poemas y las facultades humanísticas de las universidades Mesoamericanas CSUCA, le solicitan y publican su Ensayo Vigencia del Pensamiento Martiano en el Siglo XXI (1995) .Como resultado de esas investigaciones, publica en Cuba el libro "Viaje al Sexto Sol", sobre las profecías mayas, seleccionado El Libro más Innovador del Año. Con igual decisión logra el rescate de la memoria histórica del general Antonio Maceo y Grajales en su centenario, con su obra escultórica inaugurada en La Mansión de Nicoya (1996). or su trabajo en la investigación de las tradiciones de los pueblos indígenas mesoamericanos, se hace acreedora de reconocimientos en la historiografía de la región.

La pintura de la artista recogida en la presente edición, sintoniza con la disposición tridimensional de objetos, seres y auras en sus lienzos, provenientes de la espontaneidad causal. Licencia que retoma al plasmar una selección de sus cuadros, por ejemplo: Camino infinito, La madre tierra pare y Profundidad (1957) reflejan collages sinuosos de texturas pródigas en transparencias y tonos vibrantes, emanadas del universo cual cambios astrales que llegan con los nuevos tiempos.

En los años 60 y 70, incorpora a sus acuarelas sobre cartulina composiciones geométricas violetas, rojas y azules girando alrededor de la órbita solar, son entes vivos que preceden sus códigos visuales de entre siglos. Ejemplos de ello son: Pescador, Bailarines y Gaviotas (1960) y Cosmonautas (1978)

Por otra parte, algunas de las series pictóricas que ya venía desarrollando en etapas anteriores cobran mayor fuerza en su trabajo artístico, convirtiéndose en el eje fundamental de su poética. Las influencias del expresionismo, el cubismo, el dadaísmo, el pop art, el arte óptico y el surrealismo, presentes en sus producciones de los años 80, se explicitan mucho más a partir de los 90. Thelvia incursiona de nuevo en el collage y recrea las telas a partir de sus poemas y viceversa.

En el ámbito de esa copiosa producción pictórica, en 1997 nacen varias obras relacionadas con la temática del mudo espiritual. La Barca de Caronte y El Ángel caído son imágenes que en algunos casos sustentan caprichosos elementos arquitectónicos como arcos de medio punto, aldabas y vitrales en .Bajé al cielo, y Llamé al cielo y no me oyó, junto a sus conocidos Agua dulce, agua salá es el paisaje tropical el que sustenta las sensuales representaciones de Oshún, Yemayá, y Oyá (2000), esta última representada como la diosa del viento y de la entrada del cementerio.

Por su parte Autorretrato (1990), Guitarra Mujer (1997) y una decena de bocetos femeninos testimonian toda la carga autorreferencial reinante en un segmento de su obra; al tiempo que el lienzo Eólica de 2001 inicia la serie Del aire, resultante de estudios e investigaciones en torno a los fenómenos anómalos, la física cuántica y las complejas cosmogonías de diversas civilizaciones, que la condujeron a la “ciencia poesía”

Sus telas, poemas y publicaciones, contenidos en el libro, reflejan la cosmogonía aborigen de los dioses Bayamanaco, Cocorote, Atabey o el Dios del Tabaco, antecedentes directos de Madre América (2000), cuadro de extraordinaria belleza que resume a la madre tierra, a la Pacha Mama y que es un proyecto escultórico que la autora aspira realizar, en bronce, en algún país del continente americano. Esta obra simboliza la estatua de la libertad de Nuestra América, como la llamó Martí.

(Tomado de www.Trabajadores. cu)

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