El Festival de Ballet de La Habana, en su segundo día estuvo de jubileo con el clásico La bella durmiente del bosque, en la versión que realizara Alicia Alonso en 1974 sobre la original de Marius Petipa, con música de Tschaikovsky, la cual ha sido bailada en La Scala de Milán y en la Opera de Paris.
En los roles protagónicos: la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) Viengsay Valdés y su partenaire Romel Frómeta
Con una puesta de gran envergadura esta joya de la coreografía ballética, en la que los jóvenes bailarines asumieron el reto con disciplina y rigor académico, constituyó el deleite de todos los espectadores.
La bella durmiente del bosque, ballet inspirado en el universal cuento de hadas, aunque no exige una caracterización dramática compleja, sí requiere de mucha seguridad técnica en la interpretación de sus numerosos personajes porque es una de esas grandes obras que requieren de los bailarines la más depurada interpretación coreográfica.
La bella durmiente del bosque es uno de los grandes clásicos de la danza a escala mundial. Es también la obra que abrió el gran clasicismo ruso que, con el paso del tiempo, se convertiría en un estilo internacional.
Este tipo de obras demanda grandiosidad, elegancia, riqueza. Con un vistoso vestuario de Frank Álvarez y una lograda escenografía de Ricardo Reymena, este ballet basado en el cuento de Charles Perrault, consiguió un efecto sensacional y fue notorio el vestuario de Carabosse, su séquito y el bosque encantado a cargo de Salvador Fernández, mientras que el diseño de luces estuvo a cargo de Ruddy Artiles. No todo en este sentido fue excelencia pero el tiempo y la experiencia irán mejorando el camino.
Con toda su gracia y magnificencia, La bella durmiente del bosque llegó a las tablas del Gran Teatro de
La Habana como
un regalo especial en el marco del XXII Festival Internacional de Ballet de La Habana.
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