lunes, octubre 25, 2010

Argos Teatro con Talco sacude a la ciudad



“Talco” comprime e implosiona los escenarios marginales que González Melo ha estado, en los últimos años, presentándonos con persistencia obsesiva.


Las rondas nocturnas por una Habana invisible terminan en una mirada muy personal, compasiva, curiosa, lúdica, insistente, con la que el autor nos conmina, a pesar del asombro o el rechazo que provoca lo que nos describe, a observar y a reconocernos en ella.


En “Talco” esta mirada anterior se aprieta, se comprime, reduce la realidad a micro-deseos, a micro-pasiones, a microespacios, a micro-realidad. El autor se acerca, con lente de entomólogo, a lo estrictamente básico, primario, de los comportamientos. Esta compresión está cargada con la minuciosidad, casi objetiva, del que describe síntomas, variables, mutaciones de una enfermedad terminal desplazada. Talco es un reporte en caliente del modus operandi de u

n organismo unicelular que comienza a hacer caos en su núcleo.


La potencia del texto está en la reducción, en la compresión extrema y en su cualidad objetiva de reportar, detalladamente, los micro-deseos que han desplazado a los

verdaderos deseos, de los micro-sueños que han pulverizado los sueños, de los micro-objetivos que han descalificado los objetivos, de la micro-vida que ha enrarecido la vida.


Nos atraen además, en “Talco”, las omisiones, los cortes, la temporalidad, la desinformación explícita con que el autor deconstruye la realidad como un vaciado espectral. Asistimos en “Talco” a la urdimbre detallada de micro-partituras que funcionan como fetiches, juegos, rituales del absurdo real.


Toda la construcción técnica del argumento nos somete al acercamiento, al escrutinio. Empujados hacia esta cercanía la propuesta de Argos Teatro opta por la reducción espacial y el incremento interior, el desgate, de los deseos. Como especies que pululan dentro de una caja, contra un muro, presentamos un pedazo de existencia.


En un viejo cine habanero cuatro personajes, Javi, Mashenka, Zuleydi y Álvaro, coinciden para recrear un universo cerrado de relaciones marcadas por la marginalidad y los intereses económicos.


Un submundo donde la compraventa, la violencia y la traición crean un paisaje oculto pero presente de la realidad contemporánea. (Co. Carlos Celdrán y Manolo Garriga)



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