En la mayor de Las Antillas, más allá de buenas playas, calor de verano y hospitalidad criolla, se disfruta en distintos momentos del año de aquellas costumbres de épocas anteriores que perduran hasta la actualidad, como es el caso de las fiestas del Carnaval de La Habana.
Los tradicionales festejos del carnaval son esperados cada año con impaciencia por miles de personas, deseosas de disfrutar del agradable espectáculo que ofrece el desfile de carrozas alegóricas y comparsas, en una mezcla explosiva de alegría y color para todos los gustos.
La mencionada ceremonia constituye una de más viejas tradiciones del país, que tiene sus raíces en siglos pasados durante las celebraciones del día del Corpus Christi y la Epifanía, cuando los negros esclavos organizaban danzas y marchas colectivas.
Autorizados por sus amos españoles, los esclavos africanos disfrutaban algunos días de asueto una vez al año, además de que cada seis de enero o Día de Reyes se les permitía reproducir los cantos y danzas de sus tierras nativas.
Las fechas han ido variando con el tiempo, hasta llegar en los últimos años a llenar un espacio en el verano cubano, época preferida por la población para sus vacaciones.
El torbellino de música salsa y color es animado por comparsas con tradiciones de años, entre las cuales figuran La Jardinera, la Giraldilla de La Habana, Guaracheros de Regla, Los Marqueses de Atares y El Alacrán.
Muchas de esas agrupaciones, que en ocasiones tienen su origen en barrios de la capital cubana, preparan a su relevo en los más pequeños, para los cuales también hay lugar en los festejos del carnaval.
Precisamente uno de los días de fiestas se dedica por completo a los niños, con payasos, magos, carrozas y golosinas que llenan ese escenario natural para el disfrute que es el Malecón habanero, donde el calor se compensa al anochecer con la agradable imagen que brindan las azules aguas del mar.
Para aquellos que por primera vez se tropiezan con estas fiestas, la unión de elementos como el intenso color, danzas tradicionales y ritmos criollos -en muchos casos acompañados del tambor y el agudo sonido de la corneta china- les crea un sentido de pertenencia que los llama a repetir la experiencia.
Cada año los espectadores se convierten durante el desarrollo de las fiestas en participantes activos, pues a decir de muchos el sonido de la música interpretada por los grupos populares más selectos de la isla y los pegajosos estribillos constituyen un llamado a la danza, no importa la procedencia de las personas, ya sean nacionales o extranjeras.
Los desfiles por el paseo del Malecón tienen asimismo entre los personajes mas demandados a los llamados "Muñecones", enormes figuras que representan a los más diversos personajes, además de los faroleros, artistas que se integran al espectáculo portando aditamentos multicolores que hacen girar de forma continua.
Como complemento, platos de la gastronomía cubana, refrescantes bebidas -en especial la popular cerveza bien fría y el genuino ron de la isla- y el escenario natural que ofrece el Malecón se combinan para integrar una opción esperada por aquellos que prefieren el verano para visitar al país.
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