Una mujer, un ave extraña, se desplaza suavemente sobre el escenario vacío y oscuro. Su danza puede ser una evolución final, pero es un canto a la vida y a la belleza. No sobra el temblor, ni importa la cercanía de inevitables conclusiones. No puede haber muerte en el espacio de la belleza. La bailarina lo sabe y danza. Su paso por la escena, su vida, esta signado por el deber de hacer hermosa la vida de todos. Solo eso debe contar. Cuando una bailarina se aleja, deja una estela de emoción y los que asistieron a su danza solo pueden agradecerla, recordarla. En la memoria de su público, la bailarina vive para siempre.
Josefina Méndez, una de las más preciadas joyas del ballet cubano, vivirá para siempre convertida en inasible evocación. Su arte está entre lo más revelador de la escena cubana. Integró una entrañable constelación danzaria que ubicó el nombre de Cuba en los pedestales más altos del ballet mundial.
La bailarina resaltó por su delicada expresión, su particular entendimiento de los estilos que interpretó. No solo deslumbró con sus destellos de joya, no solo emocionó con su arte exquisito, sino que lo hizo también a través de los jóvenes que ayudó a formar. Un bailarín formado por ella se sabía portador de un alto aval, un triunfo seguro sobre la escena. Por el legado de Josefina trasciende su labor escénica. Su nombre está asociado con la calidad de la escuela cubana de ballet, una de las principales conquistas de nuestra Isla en la cultura universal.
La bailarina no desaparece, solo ha comenzado a andar por el campo mítico donde las princesas son felices y viven para siempre. La artista, la mujer, la madre, fue artífice de la ilusión, reina de la fantasía. Todos los que de alguna manera asistieron el sábado a su despedida saben que, afortunadamente, no habrá forma de olvidar a quien lo entregó todo hasta el final, a quien amó -y sufrió- con toda la intensidad. No se puede olvidar a quién sudó, lloró, sangró para que fuéramos mejores personas, con sueños más grandes.
Josefina Méndez se ha despedido de nosotros pero nos ha dejado su puerta abierta. Siempre podremos volver a ese mundo fabuloso que creó con su trabajo delicado. Tendremos libertad para admirar su sentido perfecto de la danza, su elegancia sin límites, su gran poder dramático.
En nosotros, será siempre Odette, Giselle, Penélope, Doña Rosita que espera.
En nuestra memoria recorrerá el escenario sobre sus puntas, como un cisne moribundo. La veremos otra vez siendo el Destino, trazo sombrío que acosa a Carmen, o como la simbólica reina de un mundo voraz, trágicamente seductor, en Dionaea. Para todos, bailará para siempre La bella cubana, vestida de azul, rojo y blanco, mujer hecha patria en su arte.
Josefina Méndez, bailarina que se desplaza por un escenario que se ilumina, es un símbolo para nuestro país. Permanecerá siempre en la conciencia de las personas, en la cultura de todo un pueblo, embelleciendo la vida, ayudando a vivir, haciéndonos felices, una y otra vez, para siempre. Inasible evocación. Agradecimientos a LVP
1 comentario:
Gracias por tan lindo homenaje a mi prima Yuyi. Aqui desde Miami sentimos el gran dolor de no poderla ver mas, pero tenemos los recuerdos de cuando ella visitaba a sus padres aqui. Ibamos por las calles y aqui la gente la reconocia. Ella siempre con su caracter tan dulce y sencillo.
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