La V edición de los Talleres de Flamenco, auspiciados por la Cátedra de danza del Ballet Nacional de Cuba y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, se realizó desde el 15 de mayo en el Gran Teatro de La Habana y concluyó con una Gala Flamenco en la noche del sábado 20, cuando concurrió en número aceptable la afición a la Sala García Lorca.
Esta es una propuesta de futuro del Gobierno Andaluz, en el marco de la cooperación, donde el flamenco es el vehículo cultural para el acercamiento entre los pueblos cubano y andaluz.
La Gala nos ofreció un programa breve pero interesante. Fuerza, pasión, armonía y belleza fueron sus ingredientes juntos en la maravillosa receta del flamenco, con músicos en vivo y “cantaores” que produjeron el desarrollo y la gracia de un espectáculo grato e ininterrumpido.
Esta expresión vocal y danzaria llena de sensualidad fue la línea central de una presentación de gran energía y la presencia de todos los alumnos del V taller, quienes abrieron la noche con una pieza titulada Fragmentos por alegrías, donde fue posible valorar el academicismo del colectivo. El aire flamenco que se articula en notas breves se posesionó de la sala.
Fragmento sobre Tangos de Málaga se tituló el dinámico cuadro que nos presentó el segundo grupo.
Pudimos apreciar que el colectivo de bailarines estuvo estructurado en dos grupos no con igual nivel de actuación; pero bastante homogéneos en esencia.
La gracia de las canciones flamencas se dejó escuchar en voz de Rosario Guerrero, “La Tremendita”, quien se presentó por primera vez en Cuba, con un timbre muy típico del canto andaluz, acompañada del virtuoso guitarrista Alfredo Lagos.
Rocío Molina irrumpió en la escena, acompañada del guitarrista Paco Cruz haciendo muestra de su excelente dominio del baile y especial concentración interpretando La Zocata, un ballet de gran calidad y desarrollo coreográfico en una puesta en escena que logra el aplauso espontáneo en reiteradas partes de su desarrollo. La pureza de sus movimientos logró mantener al público con el aliento entrecortado.
El cantante, también español, Juan José Amador, conocedor del quehacer flamenco interpretó Tarantas y Alegrías acompañado musicalmente también por Alfredo Lagos. Aunque es poseedor de una buena voz, no logró el mismo efecto que su coterránea, como bien comentara el argentino-panameño Ángel de Marco.
Bulerías se tituló la excelente presentación que de vuelta a la escena interpretó la bailarina Rosario Molina quien una vez más hizo las delicias del respetable con su delicada y armoniosa expresión corporal poniendo de manifiesto un estilo muy definido.
Como colofón volvieron a las tablas todos los participantes para realizar un Fin de fiesta por Bulerías.
Característica de esta obra es su buena concepción, la frescura, la muestra del dominio técnico de todos los bailarines y el bien hacer que el público supo recompensar con sus aplausos. Se logró un balance escénico mediante la presentación de varios solos de “bailaoras” poseedoras de estilos muy diferentes y una rica creatividad en cada uno de los casos.
Tuvimos el placer de saborear un buen ballet flamenco. Abajo el telón. Aplausos fuertes. ¡Lástima la brevedad del espectáculo!
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1 comentario:
ole viva el flamenco
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