viernes, septiembre 22, 2006

Reencuentro entre amigos


El Festival de Cine Latinoamericano de La Habana siempre es una verdadera fiesta de pueblos y especial ocasión para el encuentro de amigos.

Todos los diciembres alimentan y enriquecen esos encuentros con el séptimo arte como leit motiv. Y hace 16 diciembres llegó a ciudad de La Habana un hiperkinético grupo de jóvenes universitarios latinoamericanos quienes dejaron huellas de su entusiasmo, el aprecio por la cubanía y hondos afectos que con el decursar del tiempo echaron raíces.

Y Luis, uno de aquellos, ha vuelto a La Habana; pero no motivado esta vez por el séptimo arte, por el que aún siente los mismos interés y afición. Ha sido para una reunión de pueblos , de más de cien pueblos; pero con objetivos muy diferentes a aquellos de cada diciembre.

Luis ya no es el imberbe estudiante, ahora es un sólido profesional que no ha olvidado a los amigos, a su gente de este lado del trópico, a los cubanos de pura cepa. Y siempre encontró unos minutos para el abrazo, para el recuento, para el delicioso mojito cubano, para el inventario de sucesos de todo tipo, los éxitos, las frustraciones, las lecciones vivenciales, y más que todo la profunda generación de energía positiva en torno al concierto de naciones.

De su asombro con la nueva cara del vetusto Patrimonio de la Humanidad que es nuestra Habana Vieja con su casco histórico, de sus experiencias por el África ardiente, o de sus tribulaciones en el viejo continente conversamos hasta el cansancio.

El tiempo ha pasado y nos ha hecho mejores seres humanos, nos ha hecho más conocedores yn os ha afianzado los puntos de contacto en el pensamiento de nuestro tiempo.

Gracias amigo por seguir siéndonos fiel, no es necesario reafirmarte que nosotros igualmente lo somos. Bien vale la pena detenerme a contar y recontar los minutos de satisfacción y agrado.


Se repetirán los encuentros y sabemos que el afecto seguirá latente, porque todos los latinoamericanos somos eso, miembros de una gran familia.


Gabriel y Andrés son los nombres de los nuevos miembros de la gran familia de cinéfilos, descendientes del buen amigo y de una no menos amiga, la siempre bella, inteligente y talentosa Ninoska, de quien igualmente guardamos magníficos recuerdos.

Sabemos que en la tierra de Juárez mucho se hablará del reencuentro, del que gracias a la magia de la tecnología digital nos han quedado huellas gráficas, algunas de las que hoy comparto con ustedes.

Una vez más vale decir que como se estrechan nuestras manos; así se estrechan las raíces de nuestros pueblos y culturas desde antaño bajo la tierra y a través de los mares.

El fruto crece y madura cíclicamente con nuevos bríos y ese dulzor propio del trópico. La amistad permanece, descansa plácidamente en el corazón de los hombres. A ella va nuestro canto esta vez.

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