Del 25 de enero al 1ro. de febrero se sucedieron las presentaciones de maestros organistas que hicieron vibrar con su arte cuatro de este tipo de ingenios situados en el Centro Histórico: el antiguo órgano de la Iglesia de Paula (Daublaine-Ducroquet, Francia, ca. 1845-1855); el de la Basílica Menor de San Francisco de Asísa Ars Longa (Henk Klop, Holanda, 2006) y el de la Catedral de La Habana (Johannus, Monarke, Holanda, 2005).
El órgano de la Iglesia de Paula es el único instrumento de su tipo que se conserva íntegramente en su emplazamiento primigenio, puesto que muchos de los contemporáneos suyos y los que le antecedieron habrían de perecer con el paso del tiempo y los cambios estéticos.
De sistema mecánico, mantiene gran parte de la tubería y maquinaria originales, cuya restauración –la primera de un órgano en Cuba– fue culminada este año por el taller del organero Joaquín Lois, Tordesillas, Valladolid (España), recomendado por la Universidad de Valladolid y del Instituto de Órganos Históricos de Oaxaca, México. La rehabilitación de la caja del instrumento, cuya fachada es de estilo neogótico, estuvo a cargo de Rosa Lima Pino, especialista del Gabinete de Restauración de la Oficina del Historiador.
Su concierto inaugural del 25 de enero, estuvo a cargo del organista español Juan María Pedrero Encabo. Con el rescate de este órgano de tribuna, situado en el coro alto de la iglesita de la Avenida del Puerto, culmina el proceso restaurador que ha convertido este antiguo templo en capilla del arte sacro cubano, donde se conjugan la obra plástica contemporánea con la música antigua. Esta última, que hasta el momento era interpretada por Ars Longa con un pequeño órgano de cámara construido a la usanza de los que sonaron durante la época del barroco, ganará en suntuosidad con el sonido del rescatado instrumento, compuesto por más de 400 tubos.
Según consta en su placa, el órgano de la Iglesia de San Francisco de Paula (Habana Vieja) se construyó en la antigua casa francesa Daublaine-Callignet en el período comprendido entre 1845 y 1855, pues por una década el taller Daublaine perteneció al empresario Pierre Alexandre Ducroquet, quien añadió su apellido a los instrumentos realizados en esta etapa: «Ancienne Maison Daublaine/ Ducroquet/ Facteur de S. M. l´Empereur/ Paris».
Luego de la expropiación del templo, a principios del siglo XX lo trasladaron hacia su nueva sede en la zona del Mónaco, donde en algún momento dejó de funcionar y comenzó su paulatino deterioro, hasta que en 2000 fue donado por las autoridades eclesiásticas a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Además de los órganos con sistema mecánico (los de la Iglesia de Paula y del Conjunto Ars Longa), pudo escucharse el órgano electroneumático del Convento de San Francisco, y el electrónico de la Catedral de La Habana, este último ya basado en la tecnología computarizada que imita el sonido de los tubos.
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