domingo, octubre 08, 2006

¿Pedro Navaja o Lola Metralla?

Hace unos pocos días un especialista decía que el teatro musical cubano está resucitando y que muchas personas están inmersas en ese esfuerzo. Y realmente se aprecia el proceso de vuelta a la vida. Al menos es eso lo que pude apreciar durante mi asistencia a la presentación de la ya legendaria comedia musical La verdadera historia de Pedro Navaja, en el Teatro América de la capital.

Por mucho tiempo el género musical ha estado ausente de nuestros escenarios. Algunos aislados intentos han fracasado por causas diversas. Hace poco tiempo pudimos ver Un día en el Solar, pero sólo unas breves representaciones que no constituyeron una verdadera temporada.

Claro que se hace difícil conseguir un elenco idóneo teniendo en cuenta que los actores tienen que cantar, bailar y actuar, sin que una forma relegue a las otras a un segundo o tercer plano. Es actuación, música, coreografía todo a un mismo nivel.

Esta vez Pedro Navaja nos llega en una versión del libreto original, de Nelson Dorr, con la acción transmutada a la Cuba prerrevolucionaria con su ambiente de corrupción en un cabaret de estilo francés.

La danza es digna de destacarse en esta ocasión. La obra empieza con un can-can interpretado por los camareros del Mon Cheri, nombre del cabaret habanero, uno de los tantos de entonces.

Todos los personajes se mueven en aquel cabaret durante la última noche del año 1958. Conocemos la historia de Pedro en ese momento y en ese lugar, con una concepción llamativa del delincuente, de etiqueta, un criminal de guantes blancos, insertado dentro de la corrupta clase acomodada habanera, de quien es fruto y títere manipulado por sus intereses.

Es un elenco muy variado que demuestra dominio del movimiento escénico y del aspecto musical. Aunque en ocasiones hay elementos que sobran a mi entender y aportan muy poco a la pieza. La música está toda grabada con una aceptable calidad, que permite doblar con mucha naturalidad.

La obra tiene buenas versiones de conocidos boleros, canciones populares y hasta un tango, 16 coreografías, y otras escenas a manera de divertimento. Se emplea parte del tiempo en la conocida representación de La isla de las cotorras, del teatro bufo cubano cuyo único objetivo al parecer es extender el espectáculo, pues nada aporta al discurso del drama. Esta se presenta como parte del show del cabaret.

Se divaga por las tantas apariciones de pequeños personajes y tanto baile en buenas coreografías pero que no mantienen ninguna unidad entre ellas.

Ciertamente que Lola Metralla es quien se roba el show y no Pedro Navaja como es de suponer. Lola es un personaje de mucho peso. Su actuación es intensa, que convence, de esas que se quedan como recuerdo de una buena puesta en escena. Grato momento la aparición del personaje Tacón Cristal.

Se dice que la obra es una comedia musical, pero esta en realidad es más bien una revista musical con bastante desbalance entre la danza, el canto y la actuación.

Claro, Pedro Navaja no es por eso un espectáculo chabacano, grotesco, vulgar ni mucho menos. El vestuario es excelente, lo mismo que los arreglos musicales e interpretaciones de Musical Habana, una de nuestras más destacadas compañías de danza.

Lo más importante es que la obra subió de nuevo a las tablas para llenar un vacío que ya empezaba a preocuparnos.

En general se pasa un buen rato, se disfruta de magníficos profesionales y nos queda el placer de comprobar que el teatro musical nuestro aún respira y que se salva. He sugerido a amigos que asistan y saquen sus propias conclusiones y valoraciones como he hecho yo.




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